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Aquella fructífera Transición

Fecha: 19/03/2014

La muerte de Adolfo Suárez, personaje clave de la Transición, nos ha devuelto a los años en que el país dio el paso legal y pacífico del régimen franquista a una democracia de la que disfrutamos ya casi cuatro décadas. El twitter de la ONCE se sumó al pesar del día de su fallecimiento: “Con él se consolidó la democracia, que se extendió a muchas organizaciones, como la ONCE. Gracias. DEP  #AdolfoSuárez”. En 20 palabras se encierra ese sentir que se ha vivido en la calle, ciudadanos que homenajeaban a quien les permitió otras vivencias, otro futuro, otro horizonte, pese a la profunda y dura crisis actual. Porque al calor de la Transición, de la determinación con que Suárez y otros muchos trabajaron, otros hallaron la ilusión, el respaldo y la imagen para hacer lo propio. Como la ONCE, que hubo de superar resistencias contumaces, miedosas ante el cambio. Su “Transición” fue a remolque de la general y exigió la resolución de unos jóvenes ciegos que fueron también capaces de enarbolar la bandera de la libertad, del derecho a hacerse oír y elegir a sus representantes.

El reconocimiento, en fin, de esa “mayoría de edad” política que Suárez enarboló para todos y que condujo a nuestro decreto de autogobierno en 1981 y a unas elecciones en 1982, que derivaron en nuestro primer Consejo General democrático (26/04/1982). A partir de ahí, como ocurrió con Suárez, la historia fue otra.

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