Amador Font: “Los pájaros son mi vida”
“Tenemos que mirar al futuro, porque si volvemos atrás... ¡mal negocio!”
Adiestra aves por el placer de escuchar su canto; tres años hace que se apuntó al Club de ‘silvestristas’ en Inca -“en el corazón de Mallorca”, apostilla- y sus jilgueros, desde entonces, se han granjeado las medallas de ‘Canto de Salón’ en los concursos de la isla balear. Y es que, con 37 años “pero al revés” -aclara, de inmediato, el veterano isleño, natural de Villafranca de Bonany (Mallorca)-, Amador Font Gayá, conserva, además del sentido del humor, un buen oído que le permite disfrutar de la afición que le viene de antaño: la cría y entrenamiento de pájaros cantores. “Tenía tres o cuatro años cuando un tío mío, hermano de mi madre, al que le gustaban mucho las aves, me regaló dos jilgueros”, rememora; y relata con emoción contenida: “yo era tan pequeño que me tenía que subir a una silla para ponerles agua y comida”.
Siete décadas de una vida dan para mucho y en la de Amador, jardinero de profesión, su tiempo y realidad viró totalmente el día 16 de enero de 2002 (formato MP3). “Yo veía muy bien, pero muy bien -insiste-, y de repente me quedé a oscuras”. Se hace el silencio... -¿Qué le dijeron los médicos?: “Glaucoma. Se me rompieron las venas... Me quedé ciego. Es la única vez que he tenido miedo en mi vida”, nos confiesa con la valentía de quien experimenta una situación extrema y sigue hacia adelante.
Pero, ¿cómo lo ha afrontado? ¿Ha contado con el apoyo y los servicios de la ONCE? La respuesta es taxativa: “Del todo. Desde que no veo, la ONCE es mi casa. Si necesito algo, acudo a ella y tengo lo que necesito. Hasta me enseñaron a andar de nuevo”, explica agradecido, con pausada serenidad (formato MP3). Y asegura que no echa de menos su pasado: “en realidad, nada. El pasado es pasado y ya está, no hay que darle más vueltas. Ahora tenemos que mirar hacia el futuro, porque si volvemos atrás... ¡mal negocio!”.
El canto de pardillos, jilgueros, verderones... alegraron y continúan alegrando su vida en la actualidad. De su pasado sigue vigente su pasión por la libertad, la que simboliza y se materializa en su gran afición. De hecho, “los pájaros los tengo desde siempre, de toda mi vida. Me hacen enfadar, me dan trabajo, alegrías... Hay que tratarlos con paciencia porque al fin y al cabo son animales”, comenta con indisimulada ilusión al referirse a sus aves, que suman 500 pájaros tan sólo este año. Aunque de la cría se encarga un amigo, él ya se ha propuesto centrarse en entrenar, con música clásica, al futuro triunfador del certamen de ‘Cantos de Salón’, que consta de estrofas escogidas y que han de ser ejecutadas en orden por el ave aspirante (formato MP3). Una maestría que domina Amador hasta la perfección porque, sin lugar a dudas, los pájaros son su vida.
Genoveva Benito