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Más de 7.500 niños y jóvenes afiliados han vuelto al aula durante el mes de septiembre

Niño ciego en el aula junto a sus compañerosAl igual que el resto de sus compañeros, 7.526 alumnos ciegos o con discapacidad visual de todas edades y ciclos formativos han vuelto a retomar sus estudios tras el paréntesis veraniego, el 99 por 100 de ellos en centros docentes ordinarios, siguiendo el modelo de inclusión educativa de la ONCE. Un modelo que, gracias al apoyo de los equipos de atención educativa de la Organización y de las administraciones educativas autonómicas, está logrando que al final de la etapa de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) la tasa de abandono escolar de estos alumnos sea casi tres veces inferior a la media española, un 9,6% frente al 23,5%, y dos puntos por debajo de la media europea, que se sitúa en el 11,9%, según el último informe de la agencia comunitaria de estadística Eurostat.

Los profesionales que componen los Equipos Específicos de Atención educativa a personas con discapacidad visual de la ONCE -fruto de convenios de colaboración entre la ONCE y las administraciones educativas-, trabajan intensamente para planificar el conjunto de intervenciones que van a llevar a cabo durante todo el curso escolar con el fin de facilitar a este alumnado, su profesorado, centros y familias los recursos y la intervención que necesitan para su aprendizaje. Este trabajo se desarrolla en consonancia con las Administraciones públicas responsables de Educación, según nos explica Gracia Santiago, responsable del Departamento de Atención Educativa de la ONCE (archivo MP3).

De los más de 7.500 alumnos afiliados, 1.489 escolares corresponden a Educación Infantil; 1.448 son de Educación Primaria; 912 están ya en la ESO; 284 cursan Bachillerato; 300 Formación Profesional; 829 (el 11%) de ellos se preparan en la Universidad y 2.264 están inscritos en otro tipo de enseñanzas.

Recursos materiales y humanosEstudiante afiliada en la Universidad junto sus compañeros de clase

De cara a cada nuevo curso, los servicios de producción bibliográfica de la ONCE trabajan intensamente para que los niños y jóvenes afiliados que vuelven a las aulas  lleven en sus mochilas desde el primer día de clase los mismos materiales, sobre todo  libros, que el resto de sus compañeros, eso sí, transcritos al sistema braille o en formato Daisy sonoro. Además, muchos alumnos cuentan con adaptaciones tecnológicas e informáticas facilitadas por la ONCE para seguir el curso: ordenadores con revisor de pantalla; anotadores y calculadoras parlantes; impresoras en braille. Es el caso de la afiliada María Manzanero, de 10 años, que este año comienza 5º de Primaria en el colegio Regimiento Inmemorial del Rey, en Madrid. “En mi mochila llevo todos los días mis libros en braille, la botella de agua, la agenda y el almuerzo. Y en clase, a veces, algunas cosas que ponen en la pizarra me las tienen que dictar y luego yo lo escribo con la Perkins, que en clase tengo una, y luego tengo otra en casa, para hacer los deberes”, nos cuenta, aunque lo que más le gusta de volver al cole es “estar de nuevo con mis amigos y en los recreos jugar a contarnos historias de miedo”, asegura.

Durante este curso, como en años anteriores, a María la atienden profesionales de los Equipos Específicos de Atención Educativa para el alumnado con discapacidad visual, compuestos, en parte, por 400 profesores itinerantes que se encuentran repartidos por los diferentes centros que la ONCE tiene por todo el Estado, garantizando así la cobertura de los estudiantes en todas las etapas educativas y en todos los puntos geográficos. Estos equipos, que dependen estructuralmente de los cinco Centros de Recursos Educativos de la Organización ubicados en Alicante, Barcelona, Madrid, Pontevedra y Sevilla, forman parte de los recursos que la ONCE y las Administraciones Educativas de las Comunidades Autónomas establecen en los convenios de colaboración para la atención educativa a personas con ceguera o discapacidad visual grave. Están formados por distintos profesionales, expertos en distintas áreas de intervención, ya que además de maestros, intervienen técnicos de rehabilitación, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, instructores en tecnología accesible (tiflotecnología), etc.

Para cada alumno y alumna con discapacidad visual se elabora un Plan Individualizado de Atención, según sus necesidades, y se le asigna un maestro o maestra itinerante encargado, entre otras funciones, de asesorar al centro y al profesorado de aula, asesorar y orientar a las familias y realizar un trabajo directo con el alumno. No obstante, para Marisa Menéndez, profesora de apoyo itinerante del CRE de la ONCE en Madrid, los niños deben tener unos hábitos de estudio desde el principio de curso para finalizar con éxito el curso escolar (archivo MP3).

El objetivo de la intervención de los equipos multidisciplinares es favorecer y potenciar la plena inclusión educativa a través la estimulación visual; la autonomía personal, orientación y movilidad; la enseñanza de un sistema de lectoescritura (braille o tinta); el aprendizaje del uso de la tiflotecnología (tecnología adaptada); la orientación académica y profesional; el ocio y tiempo libre; el currículo escolar; la adaptación de recursos educativos; o las tecnologías de la información y la comunicación, etc. Además, el maestro de apoyo itinerante coordina y realiza el seguimiento de la intervención de otros profesionales con el objetivo de conseguir la mayor autonomía del alumnado y de los profesores de los centros, pero sin sustituirles en ningún caso.

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