Más de cuarenta afiliados de Madrid realizan a pie los 112 últimos kilómetros del Camino de Santiago

A escasos 7 kilómetros del Monte Do Gozo, última etapa previa a la capital compostelana y al templo del Apóstol, 49 peregrinos, la inmensa mayoría afiliados a la ONCE con y sin resto visual, culminaban una de sus mayores experiencias personales. Para Alberto Gil, ciego total, que comenzó el recorrido el 29 de agosto, “el Camino es una metáfora de la vida misma”, según explicaba telefónicamente en plena marcha, tan cansado como eufórico por llegar hasta el final. Fue uno de esos 49 peregrinos, 44 de ellos afiliados madrileños, que desde la localidad lucense de Sarria (Lugo) recorrieron el tramo final de esta ruta, una de la muchas alternativas para realizar el Camino.

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Durante siete jornadas -llegaron a Santiago el día 4 de septiembre- y a lo largo de las distintas etapas que les llevaron por las localidades de Portomarín, Palas del Rei, Melice, Arzua y Opino, la cohesión de este singular  grupo de peregrinos fue creciendo, ya que muchos de ellos no se conocían previamente, hasta llegar a ser "como una familia”.  Así nos lo contaba Emilio Blázquez, monitor de la ONCE desde hace 11 años, y uno de los dos responsables, junto a Javier Losada, de la expedición peregrina. “Todo el mundo es válido y ellos se crecen mucho, porque son muy valientes y decididos", nos explicaba Emilio en plena macha (archivo MP3).

Es la primera vez que la Delegación Territorial de la ONCE madrileña organiza esta actividad, pero seguro tendrá continuidad en el futuro. “A los afiliados los preparamos un poco antes", comentaba Losada durante esa última etapa , aunque lo más importante es que sepán "que hay que andar mucho" (archivo MP3).

Una mochila llena de ilusión y determinación

Y es que para Javier, que ha ya realizado el Camino en otras ocasiones, es muy importante una mínima preparación previa antes de ponerse en marcha. En esto, todos los peregrinos, con y sin discapacidad visual, han de tener en cuenta ciertos factores como un calzado apropiado, “no puedes venirte con unas playeras cualquiera”, explica. Ropa  cómoda, algo de abrigo, sobre todo un chubasquero para la lluvia, líquidos y alguna comida energética, crema solar... “En definitiva, las mismas cosas que para una persona vidente -dice Javier-. No se requieren tampoco excesivas habilidades; con que seas un buen andarín y traigas el equipamiento adecuado, creo que todo el mundo puede hacerlo”.

No obstante, es muy habitual que los peregrinos vayan vaciando su mochila por el camino; una mochila que, según Alberto Gil, ha de estar cargada de “fuerza, ilusión, voluntad y determinación”.

Para Leonor Pérez, presidenta del Consejo Territorial de la ONCE en Madrid e integrante también del grupo de peregrinos, esta actividad ha sido la oportunidad de ver cumplido un sueño. “La verdad es que la ONCE nos ha vuelto a dar la oportunidad de cumplir un sueño que muchas veces pensamos pero que es difícil llevarlo a cabo cuando tenemos una discapacidad visual. Y gracias al apoyo que nos han dado y sobre todo al compañerismo de unos y otros vamos a llegar a Santiago de Compostela después de 112 kilómetros”. En el terreno más personal, esta experiencia supone para ella haber puesto a prueba “mi propia capacidad de superación", explica (archivo MP3).

Por eso, tanto ella como el propio Alberto Gil no dudan en recomendarla a todos los afiliados que tengan ilusión por hacerla, sobre todo si, como Alberto, son católicos (archivo MP3).

Afiliados, acompañantes, monitores... El pasado 4 de septiembre todos ellos volvieron a Madrid con la alegría de saber, por experiencia propia, que ninguna meta es inalcanzable. Sólo hace falta voluntad, ilusión y determinación. ¡Enhorabuena!

Mercedes Leal