Encuentros de trabajo con los cuatro comisarios europeos responsables de las áreas más cercanas a nuestra actividad, y la reunión mantenida en Bruselas en enero último con el vicepresidente Jyrki Katainen (que asume las competencias de Empleo, Crecimiento, Inversión y Competitividad), son buen balance del auténtico ‘tour de force’ europeo por el que la ONCE, su Fundación y su grupo de empresas sociales ILUNION han apostado estos últimos 12 meses.

Un año de una actividad como seguramente ninguna otra entidad social ha mantenido a escala de la Unión Europea (UE). Y con un objetivo diáfano: defender los intereses de las personas con discapacidad, en el marco de una Europa que -según entiende y defiende la ONCE- no puede permitirse el lujo de abjurar del carácter social con el que fue alumbrada. Lo ha hecho además en el contexto de un ejercicio marcado por las críticas hacia la pasividad de las autoridades comunitarias respecto a retos capitales como la inmigración masiva de refugiados, la lucha frente al terrorismo yihadista y, por encima de todo, el marasmo económico del que no acaba de despegar la zona euro, con el consiguiente coste social en materia de desempleo, desincentivación juvenil y deterioro general de las coberturas sociales para los ciudadanos de la Unión.

Frente a este cuadro global, en el que muchos pueden verse tentados a posponer o embargar los proyectos más ambiciosos en el camino de la igualdad y la justicia social, ONCE, su Fundación e ILUNION han llevado la voz de las personas con discapacidad hasta las más altas instituciones europeas. Les han recordado la trascendencia de medidas que no admiten más dilaciones (en materia de accesibilidad, de inclusión educativa y laboral, de apoyo a las empresas de la economía social...), y la necesidad de apostar por modelos que, como el nuestro, se demuestren sostenibles social y económicamente. Porque la UE del futuro, la UE que nació con la premisa de extender el Estado de Bienestar a todos sus ciudadanos, será una Europa Social o no será.