José Carlos Sires: "Vamos a ver... ¡Soy raro!"
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Ornitólogo vocacional, imparte talleres 'a ciegas' sobre los sonidos de las aves
Extraordinariamente extravagante. Rompe los esquemas... y lo sabe. El joven sevillano, de 32 años, ciego desde los seis, se apasionó “primero con las setas, luego con los cactus y al final desemboqué en los pájaros” (formato MP3), confiesa sin acritud José Carlos Sires, coordinador del grupo local de la Sociedad Española de Ornitología (SEO), en la capital hispalense.
Sin duda, un recorrido vital de intensos descubrimientos, cuya última relación ‘pasional’ con los pájaros le dura más de 20 años. Y es que el trino o el canto, registrado en una casete de antaño, que reprodujo en clase un profesor de la ONCE (formato MP3), le despertó el oído hacia nuevos sonidos. “Simplemente me enamoré de ellos.. y hasta hoy”, apunta pletórico para añadir: “es mi pasión, es el centro de mi vida. Mi sueño es dedicarme a la ornitología a nivel profesional” (formato MP3). Y cual hombre generoso comparte en su página en Internet sus más de 4.100 grabaciones en ‘audio’ de aves, recopilatorio de 172 especies diferentes, y que reproducidas juntas suman más de 115 horas de espectaculares cantos. Su lema: “compartir es vivir”.
Tan original en sus expresiones como poco común en sus aficiones, José Carlos nos relata -con su peculiar sentido del humor- cómo le cautivaron las setas en el campo, siendo un niño, y le llamaron la atención los cactus, que llegó a coleccionar (“más de doscientos”) en la casa familiar. “Son plantas poco cautivadoras, de formas casi extraterrestres y muy variadas... Algunas con una floración realmente sorprendente”, comenta. Y ante la insinuación, realista, de que “muchos cactus pinchan”, nuestro excéntrico protagonista confiesa: “Cierto. Ahora lo pienso y me pregunto ¿cómo le puede dar a un ciego por coleccionar cactus..?” (formato MP3). Reímos a carcajadas; y él mismo se inquiere: “hablando en plata, alguien que se guía por el tacto ¿cómo colecciona ‘cosas’ que pinchan? Una paranoia, todo un despropósito”, apostilla entre bromas.
Una trayectoria singular
Y es que si por algo es irrepetible José Carlos es por su casi inmediata cercanía y apertura de sentimientos, sin contraindicación, a corazón abierto. Así, nos cuenta que no guarda grandes recuerdos visuales de su niñez. “Yo nací ya con problemas en la vista. No se sabe si es genético o alguna aberración, que es como se llama técnicamente a una malformación no transmisible por genética -puntualiza-, pero el caso es que nací con cataratas y glaucoma. Y a los seis años ya perdí la visión por completo” (formato MP3).
Nunca llegó a leer en tinta, apenas algunas letras sueltas, así que en la ONCE empezaron a enseñarle en braille. Sin embargo, mantiene intacta la memoria auditiva, con aquel sonido en las aulas donde arrancó su formación académica, en los CRE de la ONCE de Sevilla y Madrid sucesivamente. “En una clase de ciegos, en un dictado, escribiendo todos a la vez con la Perkins... ¡Eso era antológico!", dice (formato MP3). “Me costó empezar -confiesa- pero aprendí bien a leer y escribir en braille, en aquella máquina que pesaba como un demonio y metía un ruido tremendo” (formato MP3).
Luego llegarían nuevas tecnologías; la licenciatura en Periodismo, por la Facultad de Comunicación de la capital andaluza, profesión cuyo ejercicio nunca le ha llamado la atención; los estudios en Educación Ambiental, “para invidentes”, puntualiza. Y, sobre todo y ante todo, miles de horas aprendiendo y disfrutando de “Sevilla, un punto caliente en la ornitología”. Eso sí, siempre bien acompañado por buenos amigos videntes con quienes comparte tan minoritaria afición en España y hacia los que siente un inmenso agradecimiento porque, dice, le ayudan a grabar y alcanzar donde él no puede llegar. “Al campo no se puede ir en transporte público, yo dependo de mi gente y sin ese apoyo todo lo que estoy haciendo no sería posible”, refiere agradecido (formato MP3).
Feliz, se deja arropar a diario por el ‘paisaje sonoro’ del Parque del Alamillo, o el paraje natural del Brazo del Este... con el canto de la curruca capirotada, el ruiseñor, la oropéndola o el mirlo (formato MP3) que evocan su infancia, su presente, y previsible futuro, rodeado de los cantos que tanto ama como la belleza y trino sin igual del curioso ‘mirlo blanco’. “No es que sea mi preferido; es que es una rareza. Y yo siempre me he sentido raro... Vamos a ver: es que soy raro”, concluye (formato MP3).
Genoveva Benito