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Juan Antonio de Miguel: "Es una ilusión muy grande, muy grande"

Juan Antonio de Miguel muestra sus productos de juego de la ONCE

Repartió en Polanco (Cantabria) más de nueve millones de euros con el Cuponazo

 Quién le iba a decir a él -tan sencillo y cercano- que el viernes 13 de mayo iba a ser el día en el que se cumpliría su sueño de agente vendedor de los productos de juego de la ONCE, que ejerce desde hace ocho años. “Es una ilusión muy grande, muy grande -reitera emocionado-... La gente que te felicita, las caras de los vecinos a los que les había tocado... Es lo que uno sueña desde el día que se pone a vender el cupón: dar un premio gordo como el Cuponazo” (formato MP3). Y es que de la mano de Juan Antonio de Miguel corrió la mejor de las suertes ese viernes 13, con el número 29.356 (con el Cuponazo a la serie 092) que repartió una lluvia de millones (9.225.000 euros), en Polanco (Cantabria).

Acompañaba de la mano a su nieta Andrea, de 12 años, rumbo a su habitual clase matinal de baile, como cada sábado, cuando al feliz abuelo le comunicaban por teléfono, desde la ONCE, que había repartido el premio mayor, el Cuponazo. “Al principio te quedas, pensando ‘me cagüen la leche, ¿habré sido yo o se habrán equivocado?’. Me temblaban las piernas, pero me inundó la alegría y abracé y besé a mi nieta...", nos relata con ternura este veterano cántabro (formato MP3), que cumplirá los 63 en julio próximo. “Nací el 31 del 7 del 53”, dice, y puntualiza que él es de Rumoroso: “aunque es un pueblo del Ayuntamiento de Polanco, me gusta decirlo porque me siento muy orgulloso de mi tierra chica” (formato MP3).

Como “reguero de pólvora” se extendió la noticia por España, sobre todo por tierras santanderinas. Y más cuando se supo que el afortunado millonario, el de los nueve millones de euros, había compartido pupitre con Juan Antonio en los tiempos en que chicos y chicas estudiaban en clases separadas. “Es de mi edad  y me da la impresión de que hasta que pasen unos días no se dará cuenta de todo lo que le ha tocado...” (formato MP3), comenta Juan Antonio mientras nos cuenta con discreción que “fui a verle y... ¡se emocionó! Me dio un abrazo y le cayeron dos pequeñas ‘lagrimucas’... Bueno, es un señor al que conozco de toda la vida, ¡vamos, un vecino!” (formato MP3).

Sin desmerecer, por supuesto, al resto de agraciados en el municipio, pues vendió otros nueve cupones premiados con 25.000 euros cada uno. “Me miran y se sonríen porque les ha tocado un pellizco pero, claro, no es como el de los nueve kilos...”, especifica acertado (formato MP3). Ya se sabe, en Polanco, casi que se conocen todos.

Como la palma de la mano

Ocho años dan para mucho como ‘vendedor de ruta’, la modalidad en la que ejerce su profesión de agente vendedor de productos de la ONCE nuestro protagonista, y en la que no se le escapa ningún recoveco ni calle por patear a diario. “En verano me pongo de un moreno que no veas... Vendo por las casas, a los grupos de amigos, en las peluquerías... Donde se puede”, explica (formato MP3). Y es que -explica- la dura crisis económica ha golpeado de lleno en su área de influencia de venta: “estamos pegados a Torrelavega, en la cuenca del Besaya, donde más industria había. Ahora mucha gente se ha quedado en el paro y la cosa no está muy boyante; hay que zapatear mucho para mantener la venta” (formato MP3).

Siempre ha sacado a la familia adelante. En sus años mozos ejerció de chapista hasta que tuvo que dejarlo por problemas en la espalda. Tras una importante intervención quirúrgica en su columna vertebral, de la que conserva “una enorme cicatriz” -nos confiesa-, “me dieron la discapacidad y me fui buscando camino”. Hasta ingresar en la ONCE ha vendido casi de todo.

Atrás quedó, también, darle al balón, su pasión futbolera, que le llevó a entrenar a chavales del municipio y formar incluso un equipo de féminas en esta disciplina deportiva que hoy ya practican dos de sus cinco nietos (tres chicos y dos chicas).  El reloj del tiempo no sabe de paréntesis, ni paradas en la trayectoria de la vida. Un destacado cambio de página vital lo tuvo -afirma- “cuando entré a trabajar en la ONCE. Para mí ha sido ‘ver la felicidad’ porque trabajar tienes que trabajar en todas partes, pero tener la seguridad que te da esta Casa.... Estoy muy agradecido y orgulloso de trabajar en la ONCE. Me quedan un par de años para jubilarme, espero". Y es que, concluye, yo, de mayor, quiero ser jubilado de la ONCE” (formato MP3). ¡Buena suerte, compañero!

Genoveva Benito