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El valor del oro

La décimoprimera plaza obtenida por el equipo español en los Juegos Paralímpicos de Río constituye una satisfacción para todo el ámbito deportivo y para el movimiento de la discapacidad en nuestro país, que debe hacerse extensiva al conjunto de la sociedad española. El seleccionado nacional obtuvo en Brasil 31 medallas, nueve de ellas de oro, lo que nos situó en esa antesala del ‘top 10’ paralímpico internacional. Es cierto que, en cuanto al volumen global de preseas, España reduce su ‘botín’ en 11 metales respecto a los Juegos de Londres’2012, pero la mecánica de estas citas establece el medallero final de acuerdo con la valoración de la excelencia; es decir, de quienes alcanzan el oro, consolidándose como ‘mejores del mundo’ en su respectiva disciplina.

España obtuvo en la anterior edición 42 medallas y, si hubiera sido ese bagaje global la base de elaboración del ranking, nos hubiéramos clasificado entonces como décima potencia internacional. Pero no es el caso: los medalleros olímpicos y paralímpicos se elaboran -como queda dicho- a partir del número de oros conquistados por cada delegación. De modo que en los Juegos londinenses hubimos de conformarnos con la décimoséptima plaza, y con todo el orgullo por el esfuerzo de nuestros deportistas, como lo estamos, aún más si cabe, del papel que han jugado en Río subiendo nada menos que en nueve ocasiones a lo más alto del podio.

No son éstas, pues, consideraciones o criterios valorativos, sino hechos diáfanos que refrendan las estadísticas del Comité Paralímpico Internacional y que -en su traducción- deben constituir una alegría compartida por todo el pueblo español. Como deberían servir para sonrojar a algún medio que, desde una cierta actitud cainita, se ha limitado a hacer el balance del descenso en el número global de medallas, realizando una lectura en negativo de la trayectoria de nuestro seleccionado.

No es cierto: hemos mejorado, y muy sensiblemente, en el contexto del deporte paralímpico internacional. Y el reto es seguir haciéndolo con la vista puesta ya en Tokio 2020. Aspirar a crecer, por supuesto, en el medallero general pero, sin duda también, muy especialmente en los dorados metales que sitúan a cada país en el contexto y la posición del ranking que, con su trabajo diario, ha sabido granjearse.

Para ello, como ha apuntado nuestro propio Comité Paralímpico, será imprescindible profundizar en un relevo generacional que incorpore nuevos valores de entre los más jóvenes de nuestros y nuestras deportistas: hay que rejuvenecer y bajar la edad media del seleccionado español, para lo que es un extraordinario alivio saber que seguirá contando con el apoyo de las empresas patrocinadoras del Plan ADOP, cuyo concurso hace posible -de la mano del esfuerzo deportivo- el camino hacia la excelencia de nuestros héroes paralímpicos.