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José María Moreno, actitud ante la vida
- De estrella del baile a la venta del cupón con la misma ilusión y entusiasmo
Hasta entonces, José María Moreno había sido un niño feliz en su pueblo, un adolescente que consumió la vida a borbotones, un hombre afortunado. De pequeño soñó con ser Antonio el bailarín y en casa le dejaron seguir sus pasos. Con ocho años comenzó en el Conservatorio de Campo de Criptana, “el pueblo de Sara Montiel”, después entró en la Academia de Baile del coreógrafo argentino Tony Escartín, y a Madrid iba todos los sábados, así durante cuatro años y medio, a dar clases con uno de los referentes principales del baile en la España posfranquista. De ahí le salieron los primeros bolos, los primeros espectáculos.