Con 'En algún lugar', single/videoclip de 'Pulsaciones', arranca el nuevo disco del grupo gallego 'Mar de Fondo'

Alma de poeta... Un torbellino emocional que suena a ritmo de rock. Informático de profesión y músico de vocación. Saltó a las redes de la fama con una canción ‘1906’, el himno ‘no oficial’ escrito y cantado por él mismo, en gallego, para el RC Deportivo de La Coruña, su equipo de fútbol de toda la vida, claro. Ahora, en abril de este año, acaba de presentar ‘Pulsaciones’, su segundo trabajo discográfico tras ‘Destellos de Oscuridad’, que vio la luz en 2015 al poco tiempo de popularizarse el himno futbolero. Es el gallego, coruñés, Jesús Suárez, con su banda de rock ‘Mar de fondo’.

Satisfecho con este nuevo CD ‘Pulsaciones’ destaca el avance obtenido en los acordes, el buen engranaje del equipo musical que lidera y una apuesta significativa por el mensaje social. “Es un poco paradójico (0,28 MB) pero en la sociedad más interconectada de toda la historia vivimos, a la vez, en el entorno más aislado... Pulsando un botón atravesamos el mundo entero, pero a menudo no somos capaces de hablarnos a la cara”, argumenta Jesús, como letrista y voz de ‘En algún lugar’, tema-single de lanzamiento de ‘Pulsaciones’ convertido en simbólico videoclip, en blanco y negro, con la interpretación escénica de niños y jóvenes adolescentes; “las generaciones que están alimentándose de esa sociedad digital en la que vivimos”, explica (0,36 MB). Y así suena ‘Mar de fondo’, con sus músicos y vocalista: ‘Veo que no veo/ en un instante me quedo ciego/ el equilibrio se rompió cuando comienzo a caminar/ siento que no pienso (...)

Hace 18 años Jesús, que tenía entonces 22, se quedó ciego. O mejor diríamos que fue consciente del principio del fin anunciado... “Lo único que percibo a día de hoy son sombras y destellos”, apunta (1,78 MB). Concluía por aquel tiempo la carrera de Informática, sin adaptaciones a destacar salvo sentarse en las  primera filas de la clase; se acercó entonces a la ONCE, “por recomendación materna”, confiesa, y se dejó ayudar. “Con el paso de los años veo que yo era un niño a pesar de los 22 cumplidos; el conocimiento que tenía de la ONCE era sólo la venta del cupón y atravesar sus puertas para mí era como recibir un palo en mi cabeza, en mi espalda..., y ponerme la etiqueta de discapacitado”, relata con sentida sinceridad (1,00 MB). “Me costó mucho atravesar esas puertas. Son barreras psicológicas las que tenemos muchas personas, más que la físicas. Pero yo conseguí hacerlo y creo que fue una de las decisiones más importantes que he tomado en mi vida”, asegura con la emoción contenida (0,52 MB). Y es que el enfado con su propia vida y con el resto del mundo no hacía, en aquel momento, más que apuntar. Al año siguiente del diagnóstico de su progresiva ceguera, moría su madre y, en unos meses,  le seguía el padre... “Me vino todo junto; fueron muchos palos seguidos en mi vida”, confiesa con voz entrecortada (0,22 MB). Aquella inevitable tormenta de emociones le llevó a escribir, a volcar páginas y páginas de sentimientos enfrentados; y  también  a estudiar inglés en la ONCE. Casualidad o no, animado por la profesora de idiomas encontró la forma de hacer realidad un sueño de niño. “Mis padres siempre me apuntaron a actividades artísticas pero nunca tienes la oportunidad de dedicarte a ello”, rememora  trasladando un pensamiento arraigado de antaño (1,05 MB).