Carme Ollé: "Soy artista ONCE"
Comparte conocimiento y descubrimientos ‘sin ver’ para hacer fotografías al tacto
Sonríe y ríe... es una constante. Gesticula casi siempre e intercala catalán y castellano en su habla, durante una conversación amena en la que nos deja ver más allá de sus palabras y fotografías artísticas. Corrige, rectifica, se ilusiona... ¡vive! Es intensa cada instante. Y así parece serlo con todo Carme Ollé i Coderch.
Barcelona es su ciudad de nacimiento, conserva sus raíces más profundas. Allí creció y allí ancla ella misma el origen de su aprendizaje como fotógrafa con apenas 14 años. Aceptar la grave discapacidad visual ya pasados los 40, le costó un triunfo. “Sí, tenía unos 45..., más o menos. Me quedé encerrada en casa escuchando música, música, música...”, nos cuenta, y lo repite mil veces, como si el recuerdo le llevase a las vueltas de la gramola de aquel pasado (0,42 MB). Le brillan los ojos, de intenso azul, y desvía la mirada... Al fin y al cabo ha conseguido reinventarse hace dos décadas aunque parece que fue ayer, ¿o no? “Yo ya soy pelo canoso, ya no soy la chica rubia... Mis rizos, ahora, son de plata”, bromea divertida con la ocurrencia. De su mano se forman, hoy, aficionados y fotógrafos sin cámara, en su original taller ‘Fotografía sin visión’, que acaba de impartir en Madrid.
Exposiciones y premios jalonan su nueva trayectoria artística, la que arrancó tras afiliarse a la ONCE a principios del 2000. “Se cerró una faceta y empecé otra”, apunta mientras relata que “trabajaba en un laboratorio, hacía las fotografías típicas con una cámara analógica... Era de la BBC: Banquetes, Bodas y Comuniones”. Reímos a la par, y ella sigue contando: “A partir de ahí, cuando entré a formar parte de la gran familia ONCE..., ¿qué ocurrió? Pues que, en lugar de la ‘Bibisí’, pasé a ser artista”. El detonante del cambio lo data en el décimo aniversario del Museo Tiflológico de la ONCE en Madrid. Por aquel entonces -nos cuenta- (1,38 MB) se invitó “a todos los afiliados que tuvieran una connotación artística a que mandaran un ‘book’ con su trabajo. Y dije, ‘¡vale! Sí, sí... Si ya no veo, ¿qué voy a hacer?’... La cámara ya la tenía en la maleta y todo el laboratorio en el cajón de los olvidos”.
El empuje cordial e inmenso cariño de su único hermano, Alfons -conocido como Ei Point-, con quien comparte creatividad e ímpetu. Él fue el resorte y acicate para ponerse en acción, desempolvar instrumental y añadir nuevos elementos para renacer a otra dimensión en la fotografía. Porque Carme forma ya parte de la treintena de artistas con discapacidad que se expresan a su manera y se conocen como ‘Otros creadores’, los que vieron la luz en 2003.
Quién se podía imaginar que iban a dar tanto y tan bueno de sí aquellas chirucas, mochilas y cámaras fotográficas, que les trajeron los Reyes a ambos hermanos para disfrutar de las excursiones a la montaña, otra gran afición compartida de antaño. “Tenías que ser muy preciso para hacer las fotografías porque no eran las cámaras de ahora, que suenan ‘clip, clip, clip’, y dispara ráfagas... Entonces tenías que concentrarte mucho en lo que querías hacer, vigilar la luz, las sombras, el contraluz...”, declara echando la vista atrás, quizá con un punto de nostalgia por su infancia. Y es que la naturaleza, en todas sus facetas, también los viajes por el mundo, cobran presencia en imágenes tratadas en la actualidad con extremo mimo y delicadeza. A veces, incluso, fabricadas a propósito, y que salen de la pantalla del ordenador ‘captor’ de lo creado en un escáner, a imagen y semejanza de lo imaginado... Casi, podríamos decir, haciendo magia a ciegas.
La artista catalana, con mayúscula, se declara “afortunada; tengo un 10% de visión en el ojo izquierdo. ¡Ay, perdón!, en el derecho -rectifica con el tan característico despiste de los artistas y continúa el argumento-. El izquierdo, ‘puff’, lo tengo muy chunguito, pobrecito... Pero ésta era y es mi profesión: soy fotógrafa...”. Y se le ilumina la cara.
Carme encontró el camino, su peculiar manera de crecer. “Llevo un bastón blanco plegable y para mí fue volver a descubrir el mundo... Permitirme volver a sacar la cámara (0,33 MB). En la ONCE me dijeron: ‘quítale el polvo y métele caña’. Y sí, sí, ha dado resultados la caña que le he ido metiendo; de las fotos de 2003 a las de ahora, en 2019, va un abismo”.
Se ha convertido en una imprescindible en las Bienales de Arte de Fundación ONCE, de la muestra itinerante del Museo Tiflológico que lleva su obra ‘Jaque mate’ por toda España y no hay edición del concurso de fotografía internacional ‘Un mundo para todos. Superación de las Discapacidades’ (de la ONCE en Euskadi), en la que no haya sido galardonada. “Los premios han venido a partir de ‘Artista ONCE’ (1,15 MB). Antes era una máquina de hacer fotos, esa ‘Bibisí’ que hacía los trabajos por encargo de particulares”.
Genoveva Benito