'Iguales', una idea revolucionaria con ocho décadas de historia
Desde el nacimiento de la ONCE, que acaba de cumplir 81 años el 13 de diciembre, día de Santa Lucía, existen varios conceptos que han circulado ligados a su labor junto a la sociedad española que se han convertido en las señas de identidad de esta marca con nombre de número. Conceptos que calan en la ciudadanía para conformar eso que ha dado en llamarse el imaginario colectivo y que giran en torno a una idea: la iniciativa de las personas ciegas y con otras discapacidades que, sintiéndose diferentes, quieren ser tratados como iguales... Inclusión, discapacidad, ilusión… iguales. Son términos intrínsecamente asociados a la ONCE, una Organización que nace del concepto más básico de sociedad civil (la iniciativa de ciudadanos que se organizan en busca del bien común, como hicieron las personas ciegas en España hace ya más de ocho décadas) y que, en su caso, arrancó ya con una idea innovadora, absolutamente revolucionaria: la inclusión real y la autonomía plena de las personas ciegas y con otra discapacidad en todos los ámbitos de la vida.
Hoy nos puede parecer algo normal pero -aún sin haber alcanzado plenamente todos sus objetivos- aquel paso supuso, hace casi un siglo, una auténtica revolución de y para las personas ciegas, que buscaron y encontraron en su unidad la solución a su dura realidad social, pero, sobre todo a su condición como seres humanos... Quería, tan sólo, ser iguales.
Dieron aquel paso desde una aparente utopía que predicaba la inclusión para mirar de frente a cada persona como lo que es, para dar a cada cual la oportunidad de desarrollarse sin tener en cuenta sus discapacidades, sino sus capacidades. Porque no se trata de tratar a todos por igual, pues todos partimos de nuestras personales diferencias, pero sí de aspirar a que todos seamos iguales en el acceso a derechos y oportunidades.
Iguales en la calle; iguales en el trabajo; iguales en el colegio; en el parque; en el deporte; en el ocio; en la familia... Iguales en la vida o ante las instituciones, compartiendo siempre, de ciudadano a ciudadano, la realidad que nos toca vivir.
Iguales como concepto de inclusión en el que se trata de proporcionar a cada individuo todo lo que necesita para sentirse ciudadano de una sociedad que nos pertenece a todos. Iguales porque, desde el respeto a la diferencia, reivindicamos que lo que realmente necesitamos: eso, sentirnos iguales.
Qué curioso que quienes se arroparon con esa necesidad de igualdad lanzaran en la calle un grito que pronto se hizo sentir, notar y hasta echar de menos en muchas esquinas, plazas, calles, bocacalles, pasadizos y lugares de paso en pueblos y ciudades: “¡Iguales, para hoy, iguales..!”
“Iguales para hoy” dignificó a las personas ciegas como grito de inclusión que hacía referencia a los cupones que llevaban a la venta, porque se imprimían iguales, pero aquel grito escondía tras de sí algo mucho más grande: la realidad de sentirse iguales de quienes no lo habían sido nunca.
Sí. Necesitamos trabajar como iguales; estudiar como iguales; conversar como iguales; vivir como iguales y, desde esa perspectiva, dibujar sociedades mejores para hoy, para mañana, para el futuro.
Y no lo hacemos solos. Somos partícipes de la economía social, del Tercer Sector, de las organizaciones de acción social..., y estamos plenamente alineados con los Objetivos del Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas que, con total rotundidad, en su punto número 10, sobre ‘Reducción de las desigualdades’, apuntan que, pese a la general extensión de la protección social en todo el mundo, “las personas con discapacidad tienen hasta cinco veces más probabilidades de enfrentarse a gastos de salud calificados de catastróficos”. Han oído bien, ‘catastróficos’, es decir, todo lo más alejado posible de ese anhelado principio de igualdad.
Trabajamos por ello para que la desigualdad que siempre ha perseguido -y aún persigue- a las personas con discapacidad lo sea cada vez menos. Y por eso hemos gritado, gritamos y gritaremos siempre ‘¡iguales!’. Para hoy, para mañana… IGUALES. Los ciudadanos de cada rincón de España nos permiten afortunadamente hacerlo posible.