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Brigitte Crespo, voluntaria de la ONCE de Cádiz,  imparte un taller de yoga online para personas ciegas

Brigitte Crespo durante una de las clasesBrigitte Crespo es instructora de yoga por la Consejería de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía y monitora de las vacaciones sociales de la ONCE. Esta voluntaria de nuestra Organización en Cádiz está ofreciendo un taller de yoga online a las personas ciegas o con discapacidad visual grave para aliviar el aislamiento social que conlleva su confinamiento en casa. Y lo hace  con dos sesiones semanales a través de la plataforma Zoom en las que participan afiliados a la ONCE de diversas provincias andaluzas.

Con treinta años de vinculación con esta disciplina, Brigitte  es profesora de yoga titulada por dos escuelas e instructora certificada profesionalmente por la Consejería de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía. Desde hace tres años imparte un taller presencial en la sede de la ONCE en La Línea de la Concepción y ahora, con el confinamiento, ha reorganizado todo para seguir ofreciendo clases a los afiliados a través de la aplicación Zoom. En su mayoría son personas ciegas o con discapacidad visual grave de La Línea de la Concepción, Algeciras, Jerez y Cádiz, aunque participan además afiliados de otras provincias como Málaga o incluso alguno de Madrid donde hay personas que la conocen de las actividades que realiza como monitora en las vacaciones sociales que organiza la ONCE regularmente desde hace ya más de 35 años.

El cambio de las clases presenciales a la vía online ha supuesto un desafío para todos. Los participantes han tenido que acostumbrarse al uso de una nueva tecnología como es la plataforma de videoconferencias a través de los recursos de adaptación que les ofrece la ONCE con la ayuda de los instructores de Tiflotecnología. “El yoga también nos ayuda a ir a la funcionalidad y a ver la vida como una fuente de oportunidades”, destaca la profesora. Y aunque el efecto es el mismo, el método -reconoce- ha cambiado radicalmente. “Es una experiencia nueva porque es muy diferente a cuando hago yoga presencial –comenta Brigitte-, sobre todo en el método, aunque la transmisión de la esencia es la misma. Lo que ocurre es que mientras en presencial puedes establecer un contacto físico con el afiliado para corregirle posturas, aquí tienen que ser ellos mismos más responsables de la comunicación con su propio cuerpo para autocorregirse. Es un yoga más centrado en lo mental que en lo físico”.

Trabaja así campos como la aceptación, la presencia, la paciencia o la 'no lucha' a través de ejercicios que ayudan a 'hacerse amigos de ellos mismos', a sentir su espacio y a ser conscientes de sus pensamientos y emociones mediante la observación y a saber gestionarlos, algo de vital importancia en tiempos de aislamiento social. “El solo hecho de conectarnos ya es beneficioso porque así no se sienten tan aislados, siendo como son personas de alto riesgo -reconoce-. El yoga les aporta conectarse con su propio cuerpo, sentir su espacio y ser conscientes de todos sus pensamientos con herramientas como la respiración o los ejercicios de relajación y meditación”.

“Eso al final genera paz y no ir a los juicios automáticos que te hacen llevar una lucha permanente. Al final ganan en confianza, te da mucha amabilidad contigo mismo y sobre todo eliminan el estrés que les provoca la discapacidad poniendo la atención en todas sus demás capacidades y talentos”,  concluye Brigitte, no sin antes invitar a los afiliados y afiladas a  participar en su taller formato MP3 audio(0,43 MB).

Luis Gresa