El 60% de las personas con discapacidad podrían perder su empleo tras la covid-19
El Grupo Social ONCE hace balance de los efectos de la pandemia en el Informe de Odismet 'Efectos y consecuencias de la Covid-19 entre las personas con discapacidad´ y anuncia que redoblará sus esfuerzos para combatirlos
Alrededor del 60% de las personas con discapacidad que se encuentran trabajando en la actualidad podrían perder su empleo como consecuencia de la crisis sanitaria y social derivada de la pandemia causada por la covid-19 y la temporalidad de sus contratos. Así se desprende del estudio ´Efectos y consecuencias de la Covid-19 entre las personas con discapacidad´ del Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo de la Fundación ONCE (Odismet), presentado por streaming el pasado 10 de julio.
El acto estuvo presidido por Alberto Durán, vicepresidente ejecutivo de Fundación ONCE, quien avanzó que todo el Grupo Social ONCE “redoblará su compromiso” con las personas con discapacidad para evitar en lo posible el empeoramiento de su situación tras la pandemia. Junto a él intervinieron Virginia Carcedo, secretaria general de Inserta Empleo; Luis Cayo Pérez, presidente del Cermi; Jesús Celada, director general de Políticas de Discapacidad; y Luis Enrique Quifez, coautor del trabajo de investigación que presentó los datos más relevantes, fruto de una encuesta online a más de 14.000 personas usuarias de la base de datos de Inserta Empleo, que también se ha distribuido en redes sociales con el fin de llegar a personas con discapacidad ajenas a dicha entidad de Fundación ONCE para la formación y el empleo. Y de entrada, expresó el también vicepresidente del Consejo General de la ONCE, hay que extraer una conclusión (1,94 MB): "la necesidad de ponerse a trabajar, desde ya, para que la situación de las personas con discapacidad no sea aún más deficiente el día después del coronavirus... Todos estamos viviendo una terrible pandemia que afecta a múltiples factores, incluido el mundo laboral y el teletrabajo, en el que también nuestros colectivos han de afrontar nuevas barreras".
Durán remarcó la necesidad de este estudio, y en este momento, para “valorar dónde estamos y apuntar hacia los trabajos que hay que acometer a lo largo de este mismo año”. Sus resultados -avanzó- constituyen “una clara advertencia de que tenemos que actuar”, como ya de hecho ha empezado a hacer la Fundación ONCE adaptando su plan de trabajo a las nuevas circunstancias con la mente puesta “en el día después, porque estamos seguros de que vamos a seguir levantando la persiana cuando todo esto pase y para poder asegurar ese futuro tenemos que actuar con responsabilidad desde el presente”, afirmó (1,76 MB). Por todo ello, este informe pretende trasladar esta preocupación y el consiguiente compromiso a toda la población, de modo que todos los agentes sociales -dijo, dirigiéndose específicamente a sus interlocutores presentes en el acto- puedan contribuir a "aliviar esta situación y poner los mecanismos que puedan evitar que se agrave”.
Se han obtenido un total de 1.460 respuestas, lo que confiere a los datos del estudio un margen de error del 2,5% para un nivel de confianza del 95%, y convierte a la muestra en la posiblemente más importante de las realizadas para personas con discapacidad y su relación con el coronavirus. Las respuestas se recogieron entre el 6 y el 25 de mayo pasado.
Situación laboral
En el momento de realización de la muestra el 27% de los encuestados se encontraban ocupados, el 53% desempleados y el 18% inactivos. El 66% de los que estaban trabajando lo hacían con un contrato temporal, y el 61% de ellos llevaba menos de un año en la empresa, datos que ante la inminente crisis económica podrían desencadenar en desempleo. Porque además, dada la difícil situación económica, el 42% de las empresas en las que trabajan las personas con discapacidad encuestadas han aplicado un ERTE, mientras un 17% han debido adaptar su ocupación al teletrabajo y un 12% han sufrido una reducción de jornada. Por contra, tan solo un 2% ha considerado el despido de trabajadores. De manera personal y específica hasta el 37% se han visto afectados por un ERTE y un 14% ha pasado a la modalidad de teletrabajo, cuando, para la población general (según los datos aportados por el Ministerio de Trabajo y Economía Social) los trabajadores afectados por un ERTE se cifra en el 3% aproximadamente.
Respecto a los encuestados desempleados, un 47% afirma llevar ya tiempo en esa situación y un 12% señala haber perdido su trabajo a raíz de la crisis económica como consecuencia de la covid-19. Los indicadores evidencian que se trata de un colectivo en riesgo que tiene una situación de partida compleja que se puede ver agravada por la pandemia y sus consecuencias. Muestra de ello es el hecho de que el mes de abril acumuló el número de contratos específicos a personas con discapacidad más bajo de los últimos 14 años, con una caída del 74% del empleo respecto al mismo mes del año pasado. El análisis de sus puestos de trabajo anteriores a la situación de paro reitera, por otra parte, un empleo incierto y oscilante: el 65,4% tenía un contrato temporal y el 58% llevaba en la empresa menos de un año. Por otro lado, se identifica en la muestra un pequeño grupo de emprendedores, principalmente con negocios jóvenes, pues el 67% tiene una trayectoria inferior a los tres años. En este segmento, el 28% han recurrido al ERTE como medida ante la inactividad y el 14% ha aplicado el teletrabajo.
Un 37% de los consultados, no dispone además de ningún tipo de prestación. Si tenemos en cuenta que hay un 53% de desempleados, nos encontramos ante un importante segmento que no está recibiendo ningún tipo de ingreso.
Perspectivas de futuro
En cuanto a sus expectativas, cerca del 47% de las personas que han participado en el estudio considera que le resultará muy complejo encontrar un empleo. Ante la falta de ingresos habrán de enfrentarse a las siguientes situaciones: un 23% indica que tendrá que privarse de ciertos servicios y actividades de ocio, un 22% señala que no podrá hacer frente a créditos e hipotecas y otro 10% refiere que no podrá pagar suministros básicos. Un 60% considera, por otro lado, que tardaremos más de un año en volver a la normalidad, e incluso un 5% teme que nunca la recuperaremos.
En ese marco, la formación emerge como herramienta relevante para afrontar el complejo futuro socioeconómico al que aboca la covid-19, como apunta el 79% de los encuestados. Además, un 28% de ellos afirmó haber invertido su tiempo de confinamiento en formación. Y respecto a las diversas materias en las que consideran que sería adecuado prepararse, las personas con discapacidad apuntan principalmente las áreas de Informática, administración, idiomas, salud, seguridad, prevención, hostelería y electromecánica. Pero, como advirtió Alberto Durán,a todo ello se unen las dificultades tradicionales de inserción laboral entre las personas con discapacidad, unos ingresos más bajos (que reducen también su margen de maniobra ante cualquier crisis) o las barreras que se encuentran en el acceso a la tecnología, redobladas por algunas medidas de seguridad ligadas a la 'nueva normalidad'. Por otro lado -añadió (0,43 MB)- "el confinamiento para buena parte de nuestro colectivo no deja de ser simbólico del encierro en que cotidianamente viven muchas personas con discapacidad en sus casas, de las que no pueden salir porque existen, a día de hoy, barreras que se lo impiden”.
Los datos recogidos por el estudio indican también que el 5% de los encuestados afirma haberse visto afectado por el virus, coincidiendo de manera análoga con el estudio de seroprevalencia desarrollado por el Ministerio de Sanidad a nivel nacional. No obstante, un 8% indica no saber si ha pasado o no la enfermedad, incertidumbre que se sustenta en la ausencia de realización de test, en la existencia de numerosos asintomáticos aunque afectados por la covid-19 y en la posibilidad de haber experimentado síntomas compatibles con dicha infección. Atendiendo a esta última circunstancia (desconocer si se ha pasado la enfermedad pero tener síntomas vinculados), la muestra deduce que el impacto del coronavirus entre la población con discapacidad puede haberse elevado al entrono del 13%.
Las medidas que más aplican las personas consultadas para evitar el contagio son lavarse las manos con frecuencia y mantener la distancia de seguridad (98% respectivamente). Por el contrario, llevar guantes, lavar inmediatamente la ropa que se ha utilizado para salir a la calle o evitar entrar en casa con el calzado que se ha utilizado para salir, no parecen ser tan frecuentes. El uso de la mascarilla sí se ha generalizado entre el 87% de las personas preguntadas, y apenas un 16% afirmó no estar respetando (en el momento de realizarse la muestra) las limitaciones del confinamiento, saliendo de casa para actividades más allá de las necesarias.
El 34% de los encuestados ha visto empeorada su salud física durante esta etapa; dato que se eleva hasta el 50% si atendemos a la salud psíquica. De hecho, el 34% ha consumido ansiolíticos o antidepresivos durante el confinamiento, y -en la misma línea- se reconoce haber experimentado un incrementado de las emociones negativas como tristeza, aburrimiento, miedo, baja autoestima, soledad… En un 58% de los casos, las personas con discapacidad han visto sus citas y revisiones médicas anuladas o aplazadas. Por el contrario, el acceso a fármacos se ha garantizado a través de la atención telefónica y las recetas electrónicas. Y el 36% de las personas con discapacidad consultadas vive en hogares de menos de 76 metros cuadrados, con una media de 3,1 personas por hogar. Hasta un 13% afirma recibir menos de 500 euros mensuales.
Informarse sobre el virus parece constituirse como un medio de entretenimiento en sí mismo. Un 79% de estas personas con discapacidad afirma realizarlo “a menudo o muy a menudo”, si bien el 69% de los consultados dicen tratar de mantener sus rutinas diarias.
El vicepresidente ejecutivo de Fundación ONCE lamentó (1,27 MB), a modo de conclusión, que las personas con discapacidad estén entre los colectivos que se encuentran siempre “los últimos para acceder a muchos derechos básicos, pero los primeros en verse expulsados cuando se producen situaciones de crisis” . E invitó a toda la sociedad a redoblar su compromiso, junto al Grupo Social ONCE, "en la formación y la creación de empleo inclusivo, en la eliminación de barreras, en la generación de alianzas para buscar una mejor solución para quienes requieran de nuestro apoyo y para quienes estamos ahí con las puertas abiertas”.