Fallece Antonia Merchán, pionera del movimiento teatral de personas ciegas en Canarias
Andaluza de nacimiento, africana por su niñez y juventud y canaria por elección, la malagueña Antonia Merchán ha fallecido en su tierra natal a los 79 años. Pero Merchán había residido en Las Palmas de Gran Canaria desde 1971, donde esa “incansable y prolífica autora y directora de escena, fue una mujer muy comprometida con el movimiento teatral ONCE”, en palabras del asesor de Teatro de la ONCE, el popular actor y director Esteve Ferrer.
Antonia -explica Ferrer- fue una mujer de gran cultura. Licenciada en Filosofía y Letras, entre sus muchas cualidades estaba sin duda su grandísima calidad humana y su verbo, su elocuencia y su poder de convicción. Hija de una locutora de radio y actriz, de la que heredó su pasión por el teatro y por relatar las innumerables anécdotas de los antiguos comediantes que conservaba en su memoria.
Apoyó de forma incansable el teatro realizado por personas ciegas y con discapacidad visual. Fue fundadora del grupo de teatro ‘Antígona’ de la ONCE en Las Palmas de Gran Canaria y con este grupo cosechó -hasta su retirada, hace ahora cuatro años- numerosas intervenciones en las Bienales de teatro ONCE desde su primera participación en la segunda edición del certamen, celebrada en Granada en 1987, con la obra ‘La Venganza de la Petra’, en el Aula Magna de la Universidad de aquella ciudad.
Esta obra marcó un antes y un después en la vida de Antonia. La escenografía fue diseñada por su marido que falleció pocos meses después del estreno, y Antonia consideró entonces que en la vida sólo le quedaban dos opciones: “tirar para adelante o tirarse por el balcón”. Por suerte para todos, eligió la primera.
A partir de esa decisión vinieron grandes montajes con el grupo de la ONCE Antígona Teatro como ‘Angélica en el umbral del cielo’, de Eduardo Blanco-Amor; ‘Tres lunas rojas’, del autor canario Pancho Guerra; ‘Anillos para una dama’, de Antonio Gala; o su obra de creación propia ‘Sala dos’, publicada en el 2008 por el Cabildo de Lanzarote.
Dispuesta a realizar y defender el trabajo de su grupo, no se arrugaba ante las dificultades, llegando incluso, para salvar una función en la que una de sus actrices (una niña de corta edad que no pudo asistir), a vestirse ella misma de niña y salir al escenario para interpretar el papel a pesar de que le distanciaban más de 50 años con la edad del personaje... “Todo por su amor al teatro”, rememora Ferrer.