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Las loterías en España: un espacio de mercado limitado

Dados y fichas de casino El mercado del juego en España se desarrolló fundamentalmente a partir de finales de los años setenta, con la regulación de la gestión privada de algunas modalidades. Ahora, cincuenta años después, las loterías son solo una parte limitada y muy diferenciada respecto al resto de la oferta. A continuación, os proporcionamos la información básica para que podamos hacernos una idea de qué hablamos, de sus dimensiones y de algunos datos de interés.

Si alguien nos preguntara si hay competencia entre una empresa que venda televisiones y otra que se dedique a vender teléfonos móviles, seguramente responderíamos inmediatamente que no, a pesar de que, en efecto, podemos ver la televisión a través del teléfono o la tableta. Algo parecido ocurre con los diferentes juegos de azar que, aunque formalmente se agrupan en un mismo sector, tienen diferencias notables. Volviendo al símil anterior, ¿hasta qué punto compite una lotería con la ruleta de un casino? Probablemente, el roce entre uno y otro sea muy reducido, pero como nos han habituado a incluirlos en el mismo paquete, así lo aceptaremos en este artículo y, ya que estamos, veremos qué posición ocupan las loterías respecto de los demás juegos en España.

Una diferencia entre unos y otros, tal vez la más importante, consiste en que las loterías son públicas, mientras que los demás juegos de azar son de titularidad privada, es decir, que se gestionan por empresas que han obtenido la correspondiente autorización. Eso supone que la finalidad de los beneficios también sea muy diferente en uno u otro caso.

Para hacernos una primera idea de conjunto, en cuanto a las dimensiones globales del sector, en 2019 la suma de las ventas de todos los operadores de juego en España, públicos y privados, rozó los 50.000 millones de euros, una cifra sin duda mareante, difícil de imaginar para el común de los mortales. Además, el dinamismo sectorial se plasma, por ejemplo, en que esas ventas son ahora casi el doble de las que se habían obtenido quince años atrás, en 2004. Sin embargo, ese dinamismo es engañoso, pues no refleja la realidad global del sector, sino solo la de una parte.

En efecto, esas cantidades se reparten de manera muy desigual. Más de una tercera parte corresponde a las máquinas recreativas, aunque han perdido fuelle frente a los juegos online durante los últimos años, mientras que las loterías (fundamentalmente ONCE y SELAE), solo representan el 22,8% del total.

En cuanto a lo que nos indican las tendencias, es decir, quién crece más y quién menos, durante los últimos años, las apuestas deportivas y otros juegos online, sobre todo los casinos, están acaparando cada año mayor relevancia, de manera que su crecimiento durante los últimos cinco años fue del 186%. Así, mientras que hace una década no contábamos con operadores de juego online, en 2019 su cuota ya alcanzaba casi el 40%.

¿Y qué ocurre con la ONCE? Su participación en el sector del juego, en cuanto a ventas, es ahora solo del 4,5%, casi cuatro puntos inferior a la que teníamos hace quince años. No se trata de que nuestras loterías hayan adelgazado, sino de que otros han engordado mucho y en muy poco tiempo. Ahora bien, si reducimos el foco y nos comparamos solo con SELAE, el operador público de loterías con implantación en todo el Estado, nuestra cuota es ligeramente inferior al 20%, es decir, que por cada cuatro euros que se gastan los españoles en loterías del estado, en la ONCE se gastan uno.

Hemos de recordar que, en el caso de la ONCE, dada su finalidad social, una buena parte de los gastos está comprometida, por ejemplo, en la retribución de la plantilla de trabajadores, más de 20.000, de los cuales casi 19.000 son agentes vendedores, la única red comercial en el mundo por cuenta ajena de personas con discapacidad. Todo ello además de asegurar los recursos para su finalidad social de integración y normalización de sus afiliados en particular y de apoyo al resto de colectivos de personas con discapacidad en general a través de la Fundación ONCE. Esa es, como decíamos al principio de este artículo, la diferencia más importante que distingue a las loterías respecto al resto del sector, el destino de sus ingresos, que permiten al juego privado mantener estrategias más agresivas en términos comerciales.

No disponemos de datos comparativos correspondientes a 2020, pero muy probablemente se han mantenido, incluso agudizado, las trayectorias señaladas, es decir, que se habrá incrementado la brecha entre el juego online y el presencial, por una parte, y la de las modalidades privadas respecto a las loterías públicas, por otra.

Esta sería, más o menos, la fotografía del sector en la actualidad. Las tendencias apuntadas parece que se van a consolidar en los próximos años, aunque la legislación puede limitar el crecimiento de los productos que se comercializan a través de Internet. Así pues, aunque esto supone que tengamos que seguir esforzándonos para mantener nuestra visibilidad en un sector tan movedizo, si nos fijamos en los datos de los últimos cinco años, a excepción del caos de 2020, nuestras loterías se han mantenido bien, incluso con crecimientos moderados, lo que nos indica que esos esfuerzos sí están teniendo sus frutos.

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