Andrea Muñoz: "Soy más de lo que mi discapacidad deja ver"
Brilla con el premio extraordinario ‘al mejor expediente académico’, en el Grado de Trabajo Social por la Universidad de La Rioja... y busca trabajo
Luchadora por la Igualdad. Ya es hora de la verdad para transformar tan reconocida y premiada preparación académica en un puesto de trabajo, que parece se resiste a llegar. Y es que la joven riojana Andrea Muñoz Fernández, de 23 años, que luce con orgullo haber logrado el premio extraordinario ‘al mejor expediente académico’, en el Grado de Trabajo Social por la Universidad de la Rioja, anda en el paro. Conseguir incorporarse al mercado laboral parece ser harina de otro costal. Ser ciega no le ayuda para nada en la perseguida inclusión, a pesar de su expediente o del reconocimiento al trabajo ‘fin de carrera’ sobre ‘La inclusión social de las personas inmigrantes’ y/o del buen hacer en el master ‘Iniciativa Emprendedora de Creación de Empresas’ realizado en la Carlos III de Madrid, en junio pasado. Todo se andará, claro, e incluso la llegada del solicitado perro guía que ya va para más de dos años de espera.
Ser la mejor de su promoción no se le ha subido a la cabeza. Cercana y dicharachera relata la emoción sentida mientras recogía su premio en la Universidad de la Rioja donde se ha preparado en Trabajo Social. “Fue muy bonito porque vino mi familia, algunas amigas para compartir el día conmigo, y la maestra de la ONCE también”, comenta, a golpe de recordatorio, (0,41 MB) aquel momento: “Cuando dicen tu nombre y tu Grado... Solo el hecho de que se relacione el trabajo social conmigo es como que me emociona mucho”. Y le tiembla la voz, tras volver a escuchar el audio de la instantánea
(0,20 MB). Con la música de fondo, a cargo de la orquesta universitaria, recoger el premio le hizo ‘casi’ sentirse “como una princesa de cuento”, dice.
(0,32 MB) Las cuestiones logísticas para llegar al escenario no las tenía meridianamente claras, y tiró de templanza para calmar los nervios. Bullían entonces, al unísono, pensamientos rápidos, inquietos... “¡Ay, madre mía!, tendré que buscar el camino con el bastón blanco, voy a tardar
(0,42 MB)(...)” Emoción y nervios, sin duda; y acompañada por una amiga accedía ¡por fin! a recoger su premio, arropada por los aplausos.
Constancia y dedicación a los demás adornan el carácter y sentir de la joven Andrea. Al margen de los premios, que también, lo más importante para ella es ayudar a las personas. Un sentimiento que ha tenido desde pequeña y ha conseguido darle forma académica con un sobresaliente expediente con el que ahora aspira demostrar su valía a nivel laboral.
La familia, con sus padres ciegos al frente, es pilar básico en su trayectoria personal. “Siempre me han inculcado que hay otras realidades y circunstancias diferentes en la vida y si puedes echar una mano has de hacerlo”, apostilla. Ella toma buena nota apegada a labores de voluntariado y con prácticas en Cruz Roja... hace camino al andar. Los primeros pasos infantiles los dio en casa, claro, donde además aprendió el sistema de lectoescritura utilizado por las personas ciegas, el braille. Corrió el refuerzo educativo de la mano de Fabiola, profesora de apoyo de la ONCE. “Hasta sexto de Primaria, desde bebé, estuve con Fabiola y cuando pasé a la ESO empecé con Violeta y... ¡hasta ahora! Las dos han sido mis profesoras de apoyo y las dos han tenido un gran camino conmigo”, asegura risueña con una sonrisa de oreja a oreja
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El placer de leer lo adquirió con el tacto, en la yema de los dedos... “para mí el braille significa lectura, educación, autonomía... Le debo todo lo que académicamente soy”, considera sin acritud (0,44 MB). De un tiempo a esta parte utiliza más el ordenador con aplicaciones adaptadas y sonoras, pero “nunca me olvido que todo empezó con el braille porque es tu forma de saber leer”
(0,42 MB). Aprovecha la singladura para demandar más etiquetados en braille en cualquiera de los productos a utilizar y agradece aquellos que son accesibles al tacto. “Ya sabemos que debería haber más etiquetados porque los que hay nos facilitan mucho las cosas a las personas ciegas”, apunta.
Acostumbrada a rodear barreras o saltarlas, preparó su Bachillerato por Ciencias de la Salud. De niña soñaba con ser médica, confiesa sin lamentos para objetivar, a renglón seguido, que “la realidad se impuso y lo más parecido que encontré fue Fisioterapia. Me gustaba como curiosidad para saber cómo funciona el cuerpo, qué hace un fisio... pero como trabajo yo encontraba que no me llenaba”. Y así se explica a las mil maravillas mientras relata cómo en unas ‘Jornadas de Orientación Universitaria’, en el CRE de Barcelona’ descubre su verdadera vocación hacia ‘lo social’. “Las cosas empezaron a encajar en mi cabeza. Era lo que estaba buscando... Decidí que quería intentarlo (1,46 MB). Me apunté al Grado de Trabajo Social y en la carrera de Fisioterapia; me cogieron en ambos sitios. Elegí trabajo social y cada vez que pongo en práctica lo aprendido me encanta y se demuestra que me preparé en lo correcto”, considera con satisfacción. La situación laboral del país no es para tirar cohetes, desde luego, y la cosa se complica todavía más si eres mujer, joven y con discapacidad... “Es como que todo se reduce a ese triángulo y si eres ciega ni te cuento... Soy más de lo que mi discapacidad deja ver”, concluye.
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Genoveva Benito