Pascual Rojas: El centinela de la ilusión de la ONCE que susurra... a sus mastines
De pura raza mastín español los 'Llanuras del Quijote' son campeones del mundo
Vendedor de cupones, adiestrador de mastines. Pascual Rojas Domínguez es un veterano agente vendedor de los productos de juego responsable de la ONCE, actividad profesional que compagina con su afición de criador y entrenador de perros, raza mastín español. Es de Miguelturra (Ciudad Real) y habla con verdadero orgullo de su tierra, de su trabajo y de su afición en la crianza de mastines campeones. Y es que no le ha ido nada mal en esta tarea pues ha conseguido brillar con dos de sus mastines, la hembra Luna y el macho Gil, como campeones de España y con el título de campeón del mundo para tan enorme y bello mastín, de 97 kilos, Gil de Llanuras del Quijote. ¡Ojo! todos sus mastines, que exhibe a concurso desde hace once años, llevan un nombre seguido del identificativo común ‘Llanuras del Quijote’, que ya pasea por todo el mundo.
El más alto reconocimiento lo conseguía este verano en la World Dog Shown, exposición mundial canina celebrada en Ifema (Madrid), con asistencia de la reina doña Sofía quien acarició al mastín campeón y conversó con Pascual. Y él muy emocionado, claro. “Yo estaba como un flan, muy nervioso. Allí estaba la reina cuando nos dieron el premio y estuvimos hablando con ella. Muy contento, la verdad; nunca había visto a la reina en persona, solo por televisión, y tenerla al lado… ¡el bello de punta!”, declara con sentimiento (0,91 MB). “Da gusto hablar con ella, nos hizo algunas preguntas y… muy bien. Va a ser un recuerdo que voy a tener para toda la vida”, apostilla.
Siempre con estrella, en competiciones nacionales e internacionales, destacan sus mastines en el primer puesto. La última incursión, el 16 de octubre, en la Exposición Internacional Canina de la localidad francesa de Béziers. Gil y su hermana Luna de Llanuras del Quijote elegidos como ‘mejor raza’ por aptitud de morfología canina, temperamento equilibrado, bien presentados, excelente actitud y resalte de las características típicas de su sexo.
Superar el examen con éxito en cada cita de concursos y exposiciones caninas no es pecata minuta. Tener un perro muy bonito y grande no garantiza gran cosa si no va acompañado de un minucioso trabajo en el cuidado, alimentación y entrenamiento del perro. “Se mira la estampa del mastín, que debe tener una altura, angulaciones perfectas y la cabeza con una arruga facial bonita, la boca bien definida por la mordida… Luego hay perros que les falta un testículo y debe tener los dos, el rabo tiene que caerle por debajo de los corvejones. Se miran varias cosas, también que estés compenetrado con él y sea obediente, que camine bien por la moqueta y no se asuste. Son muchas cosas, es el conjunto de todo lo que se premia y te destaca”, relata con detalle (0,93 MB).
Expresivo y dicharachero nos cuenta Pascual que lleva 21 años trabajando en la ONCE “y premios he dado muy poquitos; repartí 32 millones de pesetas (al cambio) una vez y no he vuelto a dar un gran premio”, comenta sin acritud
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Le conocen 'de toda la vida' en Miguelturra y saben de sus andanzas y desventuras, también. Pascual ya ha cumplido los 50 y le sube la adrenalina cuando escucha el sonido de una moto, fue ‘motero’ en sus tiempos mozos. De hecho, compitió en circuitos profesionales de carreras hasta que se vio obligado a retirarse por un accidente con un camión. Tras recuperarse empezó a trabajar en la ONCE. Y superado el trago de la discapacidad anda feliz por las calles de su pueblo como centinela de la ilusión, a veces incluso desplazándose con una pequeña moto.
Como dice él mismo, no anda quieto ni un segundo y con sus perros lo disfruta a tope. Son cinco mastines los que cría y entrena en su propia finca, en su pueblo Miguelturra. Y a Gil de Llanuras del Quijote, al campeón del mundo, lo tiene bien mimado e incluso viviendo en la casa familiar, “en el patio con césped; el perro vive mejor que nosotros”, dice entre bromas (0,18 MB).
De toda la vida, a Pascual le gusta el campo como a toda la familia. Su hija Gisela, de 11 primaveras, ya apunta maneras de entrenadora pues le encantan los animales y se maneja muy bien con los mastines. “Me ayuda mucho y cuando vamos de exposición a veces se viene conmigo; el campo también lo disfruta, cepilla a los perros, los pasea… Le he explicado unas cuantas cosillas y lo hace muy bien, casi los medio entrena ella”, comenta orgulloso de su pequeña (0,50 MB). Gran parte de lo que sabe él, lo aprendió de su padre cuando tenía pastores alemanes y algún que otro mastín para el ganado; luego se formó en una Escuela de Adiestramiento y, a la postre, se decantó en la elección por la raza del mastín; es medio autodidacta y un gran observador que aprende mientras ve como aumentan sus camadas.
Enhorabuena y… a seguir susurrando a los mastines.
Genoveva Benito