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IGUALES POR EL MUNDO

A lo largo de su historia, la ONCE se ha preocupado por la realidad de las personas ciegas y con discapacidad no solo de España. Siempre ha tenido la vocación de colaborar en todos los rincones del mundo, especialmente en aquellos donde las realidades son más duras. Durante las últimas décadas del siglo XX, esa preocupación se centró en la realidad de Iberoamérica hasta dar lugar, en 1998, al nacimiento de la Fundación ONCE para la cooperación con la personas ciegas de América Latina (FOAL). Un compromiso con nuestros hermanos ciegos y con discapacidad visual al otro lado del Atlántico desde la cooperación, la colaboración y el hermanamiento; desde la formación y la inclusión en la educación y el empleo, especialmente; o desde el fortalecimiento del tejido asociativo para poder, juntos, ser más fuertes. FOAL cumple 25 años trabajando en 19 países de América Latina con una labor increíble. Pero no es el único lugar del mundo donde el Grupo Social ONCE trata de mejorar la vida de las personas con discapacidad. 

La Unión Europea, África y, ahora, tristemente, al lado de los ciudadanos ucranianos y de los refugiados y refugiadas que llegan a España huyendo de la guerra son otros focos de acción solidaria y cooperación internacional.

Con las primeras acciones llevadas a cabo en Iberoamérica por el Grupo Social ONCE arrancó una iniciativa sin parangón en todo el mundo: personas con discapacidad de un país, España, el país de la ONCE, que trabajan, lideran e impulsan la cooperación al desarrollo destinada a otras personas con discapacidad, ahí es nada. Un círculo perfecto que nace del conocimiento de las realidades sociales que afectan a esta parte de la ciudadanía y que levanta unida su voz para, desde el cumplimiento de sus derechos, poder acceder a las mismas oportunidades.

Esto es lo que FOAL lleva haciendo en 19 países de América Latina desde hace ya más de 25 años, sobre las palancas de la educación y el empleo (con programas como el formativo Ágora), o apoyados en la conformación de un tejido asociativo fuerte en cada territorio, que permite tener voz bien alta ante las instituciones a todos los niveles. De hecho, con punto de partida en todo lo realizado a lo largo de los años y el conocimiento adquirido sobre el terreno, el Grupo Social ONCE ha logrado incidir incluso en las Cumbres Iberoamericanas y ha provocado desde hace ya unos años que las personas con discapacidad aparezcan, primero como referencia; luego como necesidad de atención; y finalmente y por derecho, como una temática transversal que debe estar presente en todas las iniciativas que se tomen.

Así que esa idea de personas con discapacidad que hacen cooperación para otras personas con discapacidad, en este caso especialmente personas ciegas, fue el inicio de todo. De ahí pasamos al grito “nada para las personas con discapacidad sin las personas con discapacidad”, que resuena en Europa, en las instituciones comunitarias, desde España, para impulsar que este enfoque se incluya en cualquier directiva que se refiera a las personas; y así hemos llegado también a la cruenta realidad de la guerra en Europa, cuando no se la esperaba. Y ahí hemos vuelto a dar respuesta a las realidades de todos los afectados pero, muy especialmente de las personas con discapacidad.

Otra vez desde el país de la ONCE llegaron a Ucrania 850 toneladas de materiales, algunos muy específicos para jóvenes, niños y mayores ciegos o con otra discapacidad, precisamente porque una organización española se había acordado de ello; mientras, en España, se acogían hasta 1.000 familias procedentes de Ucrania en nuestros hoteles Ilunion; se apoyaba a su inclusión en todos los ámbitos; o se ofrecía empleo al menos a una treintena de estos refugiados, algunos con discapacidad, tanto en la ONCE como en Fundación ONCE e Ilunion, con todo el Grupo Social ONCE volcado con este apoyo.

Al escribir estas líneas, un 28 de febrero de 2023, Día Mundial de las Enfermedades Raras, y también Día de Andalucía, un joven guitarrista ciego ucraniano que lleva apenas unos meses en España como refugiado es quien toca el himno de Andalucía en el acto central celebrado en Sevilla. Emocionado, emociona a los asistentes. Se llama Román, tiene 21 años y vino a Málaga huyendo del espanto. Era estudiante y profesor de música en su país. Ya aquí, su abuela -que lleva 20 años en nuestro país- le dijo que acudiera a una Organización española de la que la habían hablado. Ahora, sigue sus estudios, tiene una guitarra, ha mejorado su autonomía por las calles de Málaga, habla un casi correcto español y es vendedor de los diferentes productos de loterías responsables de la ONCE.  Iguales por el mundo.