Jamp Palô: “Hay que ser muy honesto contigo mismo para dedicarte al teatro”
El nuevo director de la compañía ‘El Malecón’ derrocha vitalidad por todos los poros de su piel
Actor, director, dramaturgo y gestor cultural, Jamp Palô (Antequera, Málaga, 1982) es un hombre de teatro social por convicción. En un antebrazo lleva tatuado en braille el nombre de su perro, en el dedo de una mano un dibujo con el que identifica a las personas con Síndrome de Down, y en otro dedo de la otra una abeja que simboliza la vida. Ahora abre una nueva etapa en ‘El Malecón’, el grupo de teatro de la ONCE de Málaga, para llevarlos hasta donde ellos quieran llegar.
Coincidiendo con la conmemoración del Día Mundial del Teatro, el pasado 27 de marzo, Palô cuenta que su primer contacto con las tablas fue a los 17 años, “o sea súper tarde comparada con la vida tan intensa que llevamos los actores”, en el taller de teatro de Antequera, donde nació, creció y vivió. Pusieron en escena una obra que se llamaba ‘Fedra’ de Racine, que es muy intensa. “Y cuando fui por primera vez al teatro con 17 años, veo esa magia, esos personajes, yo dije, ‘quiero probar’”. Curiosamente el día 30 de enero del año 2000 fue la primera vez que se subió a un escenario. “Lo recuerdo perfectamente porque tenía 18 años y era mi cumpleaños (0,60 MB). Entonces fue como un regalo de cumpleaños. Y fue muy guay porque lo primero que hice fue una improvisación de caramelos de menta. El grupo de Teatro de Antequera eran gente de la ciudad y todavía hoy sigo en contacto con mi ciudad haciendo varias cosas de teatro”.
El nuevo director de ‘El Malecón’ es un hombre feliz. Derrocha vitalidad en todos los poros de su piel. Un entusiasmo que transmite a sus componentes y que se respira en cada ensayo.
Jamp Palô hizo la licenciatura de Arte Dramático, pero “de textual, que eso es de aprender texto como actor”. Paralelamente a la carrera hizo un máster en Alemania, en el que cogieron a diferentes personas del mundo y “teníamos que inventar una obra a partir de un autor de nuestra tierra. Fue en Memmingen y allí hice una especie de máster de dirección. Pero lo que yo estudié es arte dramático e interpretación textual”.
De forma paralela a la interpretación, Palô fue encaminándose hacia la dirección. “Mi percepción del teatro no es subirte a unas tablas -afirma-. A mí me gusta contar historias desde pequeño, me las contaba a mí mismo y se las contaba a mis juguetes y a mis Clicks. Y descubrí que también podía contar las historias desde esa forma (0,81 MB). Siempre he escrito desde los 12 años poesía. He sido como cuando vas a un bufé libre, que lo voy a probar todo, un poquito de esto, un poquito de lo otro. Son como etapas que he tenido en la vida”. De dirección ha ganado premios, de actor no. “Voy probando las cosas, las que me gustan, investigo. Intento no aburrirme, que eso es muy bueno porque si solamente te dedicas a estudiar un texto y decirlo, al final tu talento se te vicia. Me gusta mucho probar, probar, probar, y escuchar a la gente con la que trabajo, que es primordial para mí”, cuenta
(0,41 MB).
“Descubrir el teatro fue muy catártico”
Jamp Palô sostiene que las palabras “pesan, pisan y posan” y reconoce que su creatividad es también una vía de escape.
Para él fue un descubrimiento de “¿Qué leche es esto?”. “Para mí fue muy catártico. Yo quería hacer eso, quería probarlo. Siempre he sido un niño muy curioso pero introvertido y jugaba mucho con mi mundo interior, de descubrir las cosas”. Después, añade, hubo una parte muy científica en él, que todavía tiene, porque Jamp quería ser biólogo marino en Antequera, en la mitad de la nada, pero eso sí fue por influencia de un profesor. “Eso me ha dado muchísima universalidad a la hora de escribir. Los juegos de palabras con nombres científicos me fascinan. Yo soy súper fan de las palabras (0,48 MB). Creo que todas las palabras dicen más de lo que está escrito. Siempre digo que las palabras pesan, pisan y posan porque te pueden pesar, te pueden pisar o te pueden elevar un poco, incluso te pueden catapultar. Y cuando una palabra te posa es como la mariposa que se te queda contigo y es muy bonito”.
Reconoce que cuando empezó a escribir poesía a una edad tan temprana, “escondía mi libreta de poesías debajo de la cama hasta que mi madre la encontró. Muero de vergüenza. En el colegio era el típico niño que en vez de jugar con el balón me sentaba a mirar cómo los demás jugaban, pero sin ninguna pena, es decir, no me gusta, vale, pues ya está, ¿no?”. A sus 42 años cree que ha valorado el tiempo desde un punto de vista más personal e interior. “No estoy diciendo que yo sea místico, aunque tengo mi parte mística como casi todo ser humano. Para mí era más interesante coger el envoltorio del bocadillo y hacerme un animal de plata. No te puedo decir por qué, porque para mí eso era lo normal. Y cuando descubro que no es tan normal, es verdad que te crea un sentimiento de soledad. Pero descubres que, si ese sentimiento de soledad lo llevas por un sentimiento de selección, te vuelves un poco más selectivo. Eso también me ha dado una empatía enorme (1,28 MB). No sé si es psicología u olfato. Al final es una capacidad de supervivencia social si lo piensas”.
Su torrente de creatividad le viene, en parte, como una vía de escape. Sus padres estaban divorciados, su familia no es una familia muy unida, y él tenía como válvulas de escape sus dibujos animados. “Y sigo desayunando con dibujos animados, ¡Es que me flipa! Yo veo las películas de Disney desde un punto de vista de cómo puedo cambiar su historia. Y lo he hecho. En mi Bella Durmiente la maléfica no es tan mala y en mi Caperucita Roja el culpable no es el lobo, es otra persona. Es contar las historias desde otro punto porque mi historia personal la he tenido que contar desde estos puntos” (0,80 MB).
“Mi objetivo es hacer que la gente se pregunte quién es la persona ciega en escena”
El director de ‘El Malecón’ trabaja con personas con discapacidad “como si no tuvieran discapacidad, pero teniéndola en cuenta”.
“La gente muchas veces se cree que subirse a escena es memorizar un texto y decirlo. En ‘El Malecón’ están sudando tinta para no ser ellos. El poder ser durante una hora y media otra persona es maravilloso porque te olvidas de miedos, problemas, inquietudes y quebraderos de cabeza. El teatro tiene ese misticismo que hablábamos”, asegura.
Palô pasó por una etapa en la que le apetecía mucho más escribir y actuar, pero ahora está en una etapa en que le encanta dirigir, pero no a todo el mundo, y quiere actuar más.
Este director malagueño llegó “de carambola” al teatro social. Cuenta que estando en primero de la Escuela Superior de Arte Dramático, una profesora le dijo que hacía falta un director para dar un tallercito de teatro, “y voy el primer día y me encuentro que es un grupo de personas con Síndrome de Down. Y digo; ¡Ostras!, ¿Dónde me he metido? (0,78 MB) Al principio, mucho malestar, estuve como dos semanas muy revuelto, muy mal incluso conmigo mismo. Y me dieron un consejo. Mari Carmen Salado, que por aquel entonces era compañera y jefa me dijo: ‘Tú tienes que trabajar con los Síndromes de Down y con todo el tipo de personas con discapacidad como si no tuvieran discapacidad, pero tenla presente’. Y hasta hoy sigo trabajando así”.
En su día a día en el trabajo con personas con discapacidad sobre el escenario ha aprendido que cada persona es diferente y que cada persona necesita –“que es de los verbos más bonitos que tiene la lengua castellana”, dice-, una cosa diferente. “Yo no puedo hacer una obra de teatro sin saber qué necesita, por ejemplo, Manoli. No puedo diseñar una escenografía sin saber lo que necesita Maché o Lola que son componentes de aquí de ‘El Malecón’. Yo tengo que facilitar. Yo ya no soy un director, soy un facilitador. Mi objetivo dentro de ‘El Malecón’ es hacer que la gente se pregunte quién es la persona ciega en escena. Creo muchísimo en la autonomía, por encima de mil cosas. Creo que cada persona debe tener su espacio creativo. Yo no puedo llegar y decirte, te voy a poner ahí ¡Respira!, porque eso no es teatro, eso es marionetismo. Lo primero que quiero hacer contigo es que tú estés bien, crearte un bienestar, porque al final el teatro social uno de los primeros factores que tiene es el bienestar. No es un paternalismo. Mi objetivo contigo, persona ciega, es que te lo pases bien sin tener ningún peligro para ti (1,62 MB). Creo muchísimo en la accesibilidad -que es una palabra horrible, es la menos accesible del mundo-, pero a mí me gusta hacerlo fácil”.
Para Palô esta metodología ha sido un camino. Asegura que empezó sin saber nada y ahora sabe más. El Teatro Cánovas de Málaga ha visto el potencial que tiene de filosofía de docencia para las personas con discapacidad y le encargaba proyectos y asesoramiento a nivel de accesibilidad. “Gracias al teatro Cánovas he podido hacer cosas muy bonitas, como una especie de plataforma que se llama Escenautas, navegantes de la escena, en la que doy cabida a colectivos de diferentes discapacidades, desde personas con parálisis cerebral a personas ciegas. Ahora en mayo tenemos aquí dos talleres para personas con ceguera o baja visión y con sordoceguera y se les va a acercar el teatro desde el crecimiento del bienestar. Cánovas me da ese espacio para poder desarrollar todos los proyectos. Y es maravilloso” (1,03 MB).
Sostiene que no es habitual ver a la discapacidad en el cine, no lo es en el teatro, y cuando eso ocurre es casi un éxito garantizado. Y ya no solamente un éxito garantizado, es que “el teatro no deja de ser un punto de encuentro social y es que todas las personas con discapacidad son parte de la sociedad. ¿Por qué no se va a visibilizar desde ahí también? En el escenario y en el patio de butacas”.
Nueva etapa de ‘El Malecón’
Tras la etapa del anterior director del grupo, Mel Rocher, Jamp Palô se ha encontrado con mucha inquietud. “Era como una incertidumbre entre todos los que estaban por la expectativa con el nuevo. Y sobre todo ganas de probar cosas nuevas. Y los afiliados que los escucharan. Han agradecido que la obra que he hecho sea casi a la medida. Es un Frankenstein porque he cogido obras de aquí, he puesto cosas mías, de otras obras, lo he metido todo en un batiburrillo y he creado un texto. Me he encontrado ganas de seguir, que eso al final, quieras o no, es que les ha picado el veneno”, confiesa (1,45 MB).
Con ‘El Malecón’ su objetivo es hacer teatro. “Quiero llegar hasta donde ellos me dejen llegar, donde ellos quieran verdaderamente llegar. Prefiero que el ritmo lo marquen ellos. Yo siempre se lo digo, vamos a montar las escenas que os sepáis, y el ritmo lo marcan ellos”.
En su forma de trabajar tiene claro que para que una persona se merezca un protagonista es que verdaderamente trabaja, va con un texto aprendido, tiene disciplina, sabe cuándo callar, cuándo decir. “Cuando estamos trabajando tiene que haber disciplina. Lo que sí tengo claro es que las personas videntes tienen que ser también como una especie de tentáculos míos dentro de escena, tiene que ser apoyos a las personas que verdaderamente lo tienen un poquito más complicado”.
Durante el primer trimestre desde su llegada, todos los integrantes estuvieron conociéndose, haciendo cohesión de grupo, viendo sus potenciales, sus carencias, sus inquietudes, no viendo la discapacidad. En su trabajo con los actores y actrices, destaca el director que “punto fuerte es que hay paciencia porque para montar una obra debes tener paciencia. Hay muy buen rollo, aunque es inevitable al final chocar a nivel incluso político, ideológico, religioso. Chocas, pero hay respeto. Hay muchas ganas de compartir que eso es muy bonito. Y punto débil es que no te lo puedo decir porque no veo ninguno ahora mismo”.
El nuevo director de ‘El Malecón’ está preparando con el grupo la obra ‘Cada-Ver que te veo’ que, según él mismo la describe “es una poca vergüenza -se ríe-. Es el resultado, el producto que ellos querían (0,99 MB). Cuando yo en el proceso de conocimiento del grupo, les digo “¿Qué queréis hacer?” Todos me llevaban a que querían una comedia que tuvieran mucha entrada, mucha salida, que fuera cómica, que tuviera mucha ironía. Todo eso lo he metido en una batidora y es lo que ha salido. Cuando se lo presenté a ellos se meaban de risa. Es divertido hacer ya que con un título te rías ¿no?”, explica.
El estreno de la nueva obra está previsto para octubre, tras nueve meses de trabajo.
Como despedida, Jamp Palô recomienda hacer teatro a las personas ciegas, “sobre todo, porque pueden tener voz. Porque el teatro al final se convierte en un pequeño altavoz para incluso denunciar cosas, exponer, visibilizar y en este caso se puede visibilizar muchísimo el tema de la visión. El teatro, además, te da una tranquilidad, con todo lo que conlleva los nervios, porque estás arropado, porque cuando tú estás en escena sabes que si se te olvida el texto tu compañero te va a salvar el culo. Y eso no lo tenemos día a día. El teatro al final se convierte en tu segunda familia. Al final te encuentras con tu equipo, que a nivel emocional te respalda, que no te juzga, y cuando algo te sale bien te sube la autoestima, te lleva a caminos que tú verdaderamente no sabías que existían. En definitiva, sea cual sea tu condición, tengas o no discapacidad, regálate hacer teatro” (1,05 MB).
Luis Gresa
Alex Zea (fotografías)