Lucas Feliz: "Pablo López es como un maestro de vida "
Saboreó la fama en el programa televisivo ‘La voz’ junto a su ídolo musical
Energía positiva. El joven de 20 años, que nació en Lorca (Murcia), con sangre dominicana y familia repartida por todo el mundo, busca seguir luciendo su talento con nuevas propuestas musicales. Y es que Lucas Feliz ya saboreó la fama en el programa televisivo ‘La voz’ (en 2023) interpretando ‘La niña de la linterna’, de su ídolo musical Pablo López.
Con emoción e ilusión a raudales ha estado preparando su actuación para el primer Músic@ONCE Fest, que estaba previsto celebrar en la capital gaditana y Jerez de la Frontera, del 7 al 9 de noviembre, pero que ha sido cancelado en solidaridad con el pueblo valenciano tras la catástrofe ocasionada por la DANA. En Así Somos hemos decidido mantener la entrevista dado que Lucas es una muestra más de superación y en cierto modo, para él, de "sueños cumplidos".
“Estoy preparando unas canciones a piano y voz porque desde siempre me ha gustado ese formato intimista”, declara sin dar más detalles pues quiere reservar la sorpresa temática. “No voy a desvelar las canciones porque quiero que sea un poco sorpresa; sí puedo decir que el proceso está siendo muy bonito y tengo la mayor de las ilusiones por poder participar en este festival”, asegura con entusiasmo (0,80 MB).
Y ante la insistencia de alguna pista e insinuación sobre si tiene algo que ver, en su elección de temas, el compositor que sigue y reinterpreta desde que era un niño… Lucas guarda silencio, al otro lado del hilo telefónico, y termina por afirmar (0,24 MB): “bueno, en una de las canciones sí tiene un poquito que ver”. Mantiene la sonrisa en la voz y pauta sus respuestas con algún que otro silencio previo.
Estudiante de la Autónoma de Madrid, facultad de Filosofía y Letras, matriculado en Historia y Ciencias de la Música y Tecnología Musical inició este Grado el pasado año aunque avanzó poco, según nos cuenta, por tener que compaginar las clases con su paso por el televisivo espacio ‘La voz’ así como la repercusión mediática en eventos musicales. El sueño musical empezaba a cobrar fuerza.
Si echa la vista atrás, en el tintero se dejó la carrera de Periodismo, que arrancó en Valencia, sin grandes expectativas. “Mi intención era hacer Comunicación Audiovisual pero dadas las circunstancias pues no pude; entonces tuve un momento de colapso y decidí probar con Periodismo pero fue un desastre”, afirma con sinceridad. Y entendemos que ‘las circunstancias’ se refieren al hecho de ser una persona ciega.
Salvado el colapso y las indecisiones, Lucas lo tiene meridianamente claro y sigue su estrella. La misma que le acompaña desde los tres o cuatro años, edad en la que comenzó a tocar el piano de manera autodidacta. En Lorca, donde ha crecido, encontró refugio íntimo y personal creando melodías al teclado... Y, como fuente de inspiración y admiración, cita al cantante y compositor español Pablo López. “Lo saben mis zapatos, el Mundo... son las primeras canciones que empecé a escuchar de él y descubrí todo un mundo de composición, maneras de escribir y cómo crear música”, relata sin prisa pero sin pausa (1,05 MB). “Me fijaba en su forma de tocar el piano y lo imitaba también; para mí ha sido un referente en todos los sentidos (...) Es como un maestro de vida, que yo llamo padre musical”, subraya
(0,74 MB). La devoción del cantante no se queda a la zaga con el sentimiento hacia su madre, Máxima, siempre presente en el pensamiento, a su vera, esté cerca o lejos. “Mi madre es mi Ángel de la Guarda; le debo todo lo que estoy consiguiendo en la vida. Es quien me acompaña mayoritariamente, en mi día a día, y en un sentido emocional”, expresa con gratitud
(1,01 MB) el menor de nueve hermanos.
Lucas habla bajito, en un tono relajado, cercano... Poco a poco, con cierto sigilo, desvela acciones y aptitudes que han ido marcando su trayectoria personal y profesional. Y es que en la infancia se fue gestando el artista. Los profesores de la escuela José Robles de Lorca ya vieron algo en él, le regalaron una guitarra española y le inscribieron en las clases. “Al principio no me gustaba nada tocar la guitarra, tuvo que pasar mucho tiempo hasta que empecé a cogerle gustillo y hoy en día es uno de mis instrumentos favoritos”, dice (0,83 MB). Eso sí, sin olvidar su pasión por el piano. En este punto recuerda a su profesora Mari Carmen -“un amor de persona”, apunta-, que le instruyó en el perfeccionamiento técnico. Contaba los 12 años y ya se interesaba por la producción y composición musical.
Disfrutó mucho con la etapa bailonga y cantarina… a ritmo de Michael Jackson. “Con nueve años tuve mi momento de fan absoluto, me encantaba y le imitaba. Fue así como empecé a tener las primeras bases y nociones de canto. De alguna manera, soy totalmente autodidacta”, considera sin acritud
(0,84 MB). Los estudios en la Escuela Municipal de Música le abrieron nuevas miras hacia “el mundo de la composición y de los arreglos musicales, que me apasiona”.
El espejo donde gusta mirarse lleva, al menos, un par de nombres más... el del compositor de bandas sonoras alemán Hans Zimmer, con dos Óscar de la Academia por su trabajo en El rey León (1994) y Dune (2021); y quien fue director de la Orquesta Boston Pops (1980-1993), John Williams, con cinco premios Óscar -‘El violinista en el tejado’ (1971), Tiburón (1975), Star Wars (1977), ET el extraterrestre (1982) y La lista de Schindler (1993)- y varios Globos de Oro, el último ‘globo’ como mejor banda sonora en Memorias de una geisha (2005). “Veía un poco lo que hacían e intentaba analizarlo y desestructurarlo en mi cabeza para entender cada uno de los elementos que forman sus composiciones”, explica y continua: “No me considero perfecto pero sí tengo nociones de teoría musical, de composición. Cuando ya tenía, más o menos, catorce o dieciséis años, me tiré por completo al mundo del jazz”. Lo considera hasta tal punto que “hoy en día es casi mi estilo aunque sí que es verdad que también me muevo por el pop, música urbana, moderna... pero siempre dando un toquecito jazzero”, considera.
El artista guarda como un secreto el hecho de adelantar datos sobre proyectos futuros. En las redes sociales, Lucas cuenta y expone aquello que le gusta compartir. Anda presente en todo: Instagran, YouTube, Tik Tok ... “suelo publicar algunas cosillas, soy activo en las redes y estoy a tope siempre cantando y contando historias (1,06 MB)”.
Remate de cabeza. En casa de Lucas ya sabían que se iba a quedar ciego, a causa de su patología oftalmológica. “Soy afiliado a la ONCE desde que tengo uno o dos años; prácticamente he nacido en la ONCE”, dice a golpe de recuerdo. Las habilidades en todos los ámbitos así como su plena autonomía personal han sido adquiridos desde su más tierna infancia, claro. El sistema de lectoescritura utilizado por las personas ciegas, el braille, lo aprendió de la mano de Gregorio, a quien tiene un inmenso cariño. Así lo manifiesta: “Es una persona que ha estado en gran parte de mi vida; fue uno de los mejores profesores que he tenido de la ONCE, muy implicado en mi proceso de aprendizaje”. Y es que el trato directo, cercano y familiar del profesional le ha dejado entrañable huella. “Me acuerdo cuando tenía tres años y me cantaba; o cuando me traía ordenadores adaptados para aprender y cómo se encargó de que tuviese integrado en mi vida el sistema braille y las tecnologías... Son ese tipo de cosas que desde chiquitín empecé a trabajar”, dice al filo de la emoción. (1,40 MB)
Hasta los siete años Lucas conservó un resto visual aprovechable en el ojo izquierdo. Travieso porque toca con la edad, corría y saltaba como el que más. El destino o la causalidad, se cruzó en el patio del colegio. El golpe o cabezazo, que se dio con otro niño, le afectó tanto que perdió totalmente la visión por el único ojito que “veía un poquito los colores, luces y algunas letras”. “Salí corriendo por la rampa hacia el patio, no me di cuenta que había un compañero delante y su cabeza dio contra la mía, con tan mala suerte que me dio justo en el ojo izquierdo. Ahí fue cuando ya terminé de perder la visión por completo”, relata sin pena ni gloria. El accidente vino a ser un desgraciado remate de cabeza con serias consecuencias que se adelantaron en el tiempo. “A fin de cuentas ya se sabía que me iba a quedar ciego. Lo único es que se adelantó en el tiempo porque nos habían dicho que sucedería con catorce años”, confirma. (1,72 MB) Lejos de amilanarse, se creció en la adversidad y se volcó en la música.
La sonrisa es su tarjeta de visita: “Soy de llevar una sonrisa en la cara, no soy el gurú de las energías (0,30 MB) pero sí creo que quien proyecta una energía positiva recibe una energía positiva”. De la buena vibra, doy fe.
Se han quedado retazos sin contar, sin decir, pero queda escrito lo esencial, a la espera de poder mostrar ese nuevo trabajo, que de momento tendrá que esperar, pero que será, sin duda, un “día mágico”, concluye. (1,62 MB)
Genoveva Benito