Acaba de jubilarse como profesor de Educación Física en el CRE de Madrid

Jovial veteranía. Los 65 años corren ya en el calendario personal del madrileño José Manuel Mendo Sánchez-Benito. Y más de la mitad de su trayectoria vital la ha dedicado a la formación deportiva de niños y jóvenes ciegos. Con el trabajo bien hecho culmina la etapa laboral, en este mismo mes de octubre.

“La ONCE la llevaré siempre en el corazón, con un recuerdo inmensamente bueno y acompañado de una sonrisa”, declara al filo de la emoción (1,19 MB). Le produce cierto sonrojo hablar de homenajes y despedidas; huye de cualquier tipo de protagonismo e incluso parece sentirse incómodo ante la insinuación. “El último día de trabajo quiero salir por la puerta como cualquier otro día, ese es mi ideal”, manifiesta sin acritud. Y es que José Manuel o Mendo, tal y como le conocen en el colegio de la ONCE, es un querido profesor y compañero del centro.

Cientos de estudiantes se han formado de la mano de Mendo, en Educación Física. Licenciado en la disciplina, el maestro en deporte es un referente base para alcanzar las más altas metas deportivas. Consciente de su labor ha inculcado constancia y amor por el deporte. “Desde las primeras edades es importante que cojan gusto por el movimiento, que empiecen a hacer cosillas. Más mayorcillos se van centrando en un deporte, que puede ser el que más les guste o por el que tengan más posibilidades para competir a otro nivel”, explica con cierto cariño (2,14 MB). Y continua: “nosotros solamente los tenemos hasta los diecisiete años; los que tienen más posibilidades para ir a unos Juegos Paralímpicos los coge la Federación y completan la trayectoria deportiva, con entrenamientos y bajo la supervisión federativa”. Con satisfacción afirma que “muchos de los chavales que han comenzado en el CRE con nosotros han terminado en los Juegos Paralímpicos siendo medallistas, claro que sí”.

Evolución y cambios educativos han ido a la par de su caminar durante las tres décadas que lleva trabajando en la Organización de Ciegos. “Dentro de la ONCE llevo treinta y dos años; anteriormente había trabajado en otros centros también con niños”, puntualiza. A todas luces lo suyo es el deporte, por su formación y dedicación plena asimismo es reseñable su perfil de profesor de inglés pues impartió clases (durante cinco años en su juventud) a niños y adultos. Luego “del tirón”, según relata (0,96 MB) arrancó periplo laboral en la ONCE y... hasta la fecha de jubilación.

Deportistas de élite han pasado por sus filas aunque no hay quien le saque ni un solo nombre para destacar. “Son tantos que no quiero mencionar a ninguno porque necesitaría mucho tiempo; hemos tenido cientos de estudiantes y todos te dejan una pequeña huella. Y un buen número ha continuado en la Federación y se han abierto paso dentro de la élite deportiva”, apostilla sin más pistas. Discreto y correcto, claro. (0,60 MB)

Y se despacha con gusto mientras refiere adaptaciones y/o necesidades, que ha de tener un chaval ciego o con discapacidad visual grave, en cualquier centro ordinario de educación inclusiva para estar en igualdad. “Necesita un reconocimiento del espacio, dónde va a recibir clase para conocer las dimensiones, puntos de referencia y características del sitio: tipo de suelo, material que puede haber por las paredes, etcétera.”, explica con detalle (0,39 MB). La necesaria y previa sensibilización de los compañeros de clase también es de gran ayuda para que un niño ciego pueda ser tratado como un igual entre sus compañeros.

En cuanto a la parcela deportiva, que a él le atañe directamente, pone el acento en el papel del profesor de gimnasia o educación física. “Tiene que asegurarse de que el alumno esté cerca de él o bien verbalizar todas las consignas gesticuladas”, afirma. En el mejor de los casos (0,55 MB) Mendo recomienda poner de ejemplo al alumno ciego: “Lo mejor de todo es usarle como modelo a la hora de explicar un ejercicio o bien dejar que el alumno toque al profesor para interiorizar cual es el movimiento por realizar”.

Un estricto orden a la hora de trabajar es otra de sus premisas básicas. Adaptaciones de materiales, con diferentes texturas y nivel de sonoridad, o la utilización del contraste de colores y aumento de tamaño en las letras... Requisitos para conseguir la plena inclusión de las personas ciegas, en todos los ámbitos de la vida. Ni qué decir, las adaptaciones específicas cuando se trata de la práctica deportiva. Nada insalvable si se normaliza la situación, desde la más tierna infancia.

Quién mejor que un deportista para fomentar la disciplina y formar a los chavales ciegos... A tantos niños y niñas que le han tenido como maestro. Son muchos años de enseñanza y renovación progresiva, en el sistema educativo, hasta conseguir que prácticamente un 99 por ciento de los alumnos ciegos o con discapacidad visual grave se hayan incorporado a centros ordinarios con niños videntes. Y ahí entra en juego el asesoramiento y buen hacer del veterano profesor, conocedor al dedillo de las adaptaciones que “nuestro alumnado necesita”. "Esa es otra de mis funciones principales cuando se produce una necesidad en el área de Educación Física o si el profesor tiene dudas sobre cómo adaptar alguna actividad”, comenta (0,64 MB) en tiempo presente, a tan solo un par de semanas de la despedida de un trabajo, que le ha llenado de alegría y plena satisfacción.

Lección magistral nos aporta al hilo de las adaptaciones requeridas en deportes individuales (atletismo, natación, judo, ajedrez...)  o colectivos como el fútbol, voleibol, bicicleta en tándem, goalball.  Un deporte específico, este último, para personas ciegas y totalmente inclusivo para personas que ven. “El goalball es un deporte colectivo de pelota que intentamos fomentar en los centros escolares. Porque al estar todos los deportistas con los ojos tapados y usarse un balón sonoro, desde el primer momento del partido, nuestros alumnos sienten la inclusión totalmente en dicha clase de deporte, sin ninguna adaptación. Desde luego es un recurso inclusivo fenomenal”, considera sin ponerle un solo pero (0,67 MB). A buen seguro, un excelente medio de sensibilización para ponerse en la piel de una persona ciega. Y es que desenvolverse con soltura solamente con el sentido del oído y del tacto no parece peccata minuta.

Punto fundamental es la salud, a tener en cuenta con tan jovial veteranía. La práctica del deporte ha sido y es motor de toda su vida. A excepción del golf, tiene una buena retahíla en cuanto a su incursión deportiva se refiere: atletismo, fútbol, tenis, petanca, artes marciales... Ni qué decir, gran aficionado a la pesca. Aunque evita ponerse medallas, algún que otro trofeo luce en la vitrina de casa. Él insiste en que “siempre he tendido a la práctica lúdica más que a la práctica competitiva”. En cualquier caso, lo que sabe lo transmite y comparte.

Solidaridad y compromiso encajan en el devenir del profesor. Se despide de su ciclo laboral con gratitud y feliz porque apostó por la ONCE para trabajar. “El día que entré en la ONCE me tocó la lotería”, concluye. (0,45 MB)

Genoveva Benito