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Riesgos y oportunidades de la Escuela digital

La penetración digital en todos los contextos de la vida cotidiana es un fenómeno no ya imparable sino de geométrica expansión en nuestro entorno. El ámbito educativo no constituye ninguna excepción. Más bien al contrario: la alfabetización tecnológica de nuestros niños arranca cada día a edades más tempranas, al tiempo que los docentes se valen progresivamente de soportes digitales como herramientas de formación para impartir las más diversas materias del conocimiento académico. La escuela 2.0 da paso así a la 3.0, a la 4.0... pero ese universo de oportunidades que se abre para mejorar la capacitación del alumnado trae de la mano, al tiempo, gravísimos riesgos de ‘desconexión’ de cara a importantes sectores poblacionales. En primer lugar, los alumnos con discapacidad. En lo que a la ONCE directamente implica, el impacto de este fenómeno en los estudiantes con discapacidad visual es objeto de seria preocupación.

Desde su creación en 1938, pero de modo muy especial a lo largo del último cuarto de siglo, la Organización ha situado en el eje de sus desvelos la mejora de la formación académica, profesional y social de sus más jóvenes miembros. Y el resultado, con un enorme esfuerzo colectivo (de medios técnicos y humanos, de actividad institucional y, por encima de todo, de entrega por parte de los propios estudiantes) es una historia de éxito. Hoy, nuestros niños, niñas y jóvenes, atendidos por un equipo de profesionales que está a la vanguardia internacional de la atención educativa gracias al empeño de la propia ONCE y de las Administraciones Públicas, acreditan un bajísimo índice de fracaso escolar que es la envidia no ya de otros grupos sociales con discapacidad, dentro y fuera de nuestras fronteras, sino también del propio alumnado general español: acaban mayoritariamente su formación Secundaria y, lenta pero decididamente, se incrementa el porcentaje de los que acceden a la Universidad.

En ese derrotero las nuevas tecnologías han resultado de extraordinaria utilidad, han abierto nuevas ventanas y derribado no pocos muros en favor de la igualdad. Pero..., la vertiginosa velocidad con que se crean y sustituyen las nuevas aplicaciones y terminales pone en serio riesgo que estos jóvenes puedan hacer realidad su sueño formativo. Los creadores y diseñadores tecnológicos han de fabricar, en origen, tecnologías accesibles -¡para todos!-, pues postergar la solución a posibles futuras adaptaciones conlleva perder el tren de una modernidad que, o asume esta exigencia social, o reventará en sus propias manos alejándose del ideal de la igualdad en que se fundamenta nuestro Estado social.