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EDITORIAL

Luz frente a lo invisible

Entre las múltiples asignaturas pendientes que todavía afrontan las mujeres con discapacidad, una de las más sangrantes es, sin duda, la de su invisibilidad. Y la ONCE, consciente de ese grave déficit, ha querido consagrar al objetivo de combatirla su particular conmemoración, este año, del 8-M. El problema es tanto más preocupante cuanto que los pasos avanzados por la mujer en general durante los últimos años han sido precisamente consecuencia de la conquista de un espacio mediático nunca antes concedido ni a la reivindicación femenina ni siquiera a la denuncia expresa de clamorosas desigualdades históricamente envueltas en la neblina del anonimato. Las últimas décadas se han caracterizado por importantes pasos adelante en materia legislativa, social e incluso laboral. Pero -a qué engañarnos- ha tenido que aparecer el escándalo ligado a las stars del papel couché resquebrajando el glamour hollywoodense, en relación con los abusos sexuales a los que -según todos los indicios- han venido siendo sometidas durante décadas, para que los medios de comunicación se hicieran finalmente eco de esa auténtica explotación profesional derivada de la simple y llana condición de género.

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