Luz frente a lo invisible
Entre las múltiples asignaturas pendientes que todavía afrontan las mujeres con discapacidad, una de las más sangrantes es, sin duda, la de su invisibilidad. Y la ONCE, consciente de ese grave déficit, ha querido consagrar al objetivo de combatirla su particular conmemoración, este año, del 8-M. El problema es tanto más preocupante cuanto que los pasos avanzados por la mujer en general durante los últimos años han sido precisamente consecuencia de la conquista de un espacio mediático nunca antes concedido ni a la reivindicación femenina ni siquiera a la denuncia expresa de clamorosas desigualdades históricamente envueltas en la neblina del anonimato. Las últimas décadas se han caracterizado por importantes pasos adelante en materia legislativa, social e incluso laboral. Pero -a qué engañarnos- ha tenido que aparecer el escándalo ligado a las stars del papel couché resquebrajando el glamour hollywoodense, en relación con los abusos sexuales a los que -según todos los indicios- han venido siendo sometidas durante décadas, para que los medios de comunicación se hicieran finalmente eco de esa auténtica explotación profesional derivada de la simple y llana condición de género.
Un estado de cosas extrapolable, por cierto, a muchos otros segmentos de actividad productiva y de convivencia social. Pero, sin embargo, como muy atinadamente ponía de relieve la adjunta al Ararteko vasco, Julia Hernández, en unas jornadas impulsadas por la ONCE en torno a este Día Internacional, frente al fulgor de las denuncias que las estrellas cinematográficas han desencadenado con la iniciativa #Metoo, la marginación de la mujer con discapacidad continúa siendo, en general, en España y en el mundo, un fenómeno invisible.
Poner el foco sobre su realidad, visibilizarlo en pie de igualdad con el del conjunto de las mujeres de todo el mundo, es por ello un reto irrenunciable. Y concentraciones como las de este 8 de marzo, con cientos de miles, millones de mujeres en las calles de todas las capitales del mundo constituyen una herramienta fundamental para alcanzarlo. También los espacios de reflexión: las conferencias, las asambleas y mesas redondas en las que las propias mujeres analizan y reflexionan sobre su situación, para establecer autónomamente sus estrategias de transformación.
La ONCE no lo olvida; desde su nacimiento tiene nombre de mujer.