Estás en:

CONTIGO SOMOS ONCE

Valentina Fernández: "No veo peligro en la montaña"

Valentina Fernández Osorio posa en la cumbre de Peña MeaRecorre 'a pie' la ruta de las peregrinaciones a Covadonga, que parte desde la capital, Oviedo, hasta la acogedora gruta de 'la Santina', en el Principado de Asturias

Ser ciega le quita el sueño. Quince años contaba y su diagnóstico visual ya apuntaba maneras hacia una progresiva pérdida de la visión. Todo entonces parece tornar distinto e incluso lejano en el tiempo. “Yo veía bien”, afirma con convicción formato MP3 audio(0,22 MB) la asturiana Valentina Fernández Osorio. Y a renglón seguido añade: “lo único que me aumentaban era la letra de los apuntes, en las fotocopias, para no cansarme tanto”. El revés, ni que decir tiene, le pilló a contramano, tal y como suele ocurrir con las noticias tormentosas, que no te hacen sino mirar hacia otro lado. Aún hoy, a punto de cumplir los 42, le queda camino por recorrer en vías de una aceptación real y completa. Eso sí, poco a poco se ha ido virando para mirar ‘de frente’ el reto de la autonomía personal; nadie dijo que ‘a ciegas’ fuera fácil. A ella le consta porque el miedo le paraliza en la ciudad y no le alivia el bastón blanco. Sin embargo, Valentina, Valen para los amigos, recupera parte de su alegría cuando camina por el campo y elige la montaña para soñar, revivir y vivir nuevas experiencias con el veterano grupo de montaña ‘El Trasgu Andayón’ con el que sale de ruta los domingos, cuando toca, claro. Y va hasta Covadonga, y visita la gruta de ‘la Santina’.

Valen siente -reconoce- “pasión por la montaña”. Es textual. Y explicación también tiene, porque siendo la menor de una familia numerosa, de siete hermanos, nació y se crió entre montañas, en Ricabo, concejo de Quirós. Iba a estudiar al pueblo de al lado, a Bársana, “en el colegio público Virgen del Alba”, apunta. Luego continuó en el Instituto de Trubia, “a más de 40 kilómetros de casa, con lo que primero cogía un taxi y después un autocar. Me levantaba a las cinco y media o seis de la mañana para ir a clase”, rescata con nostalgia entre sus recuerdos.

Ya en Oviedo cursó un módulo de Grado Superior de Educación Infantil y realizó con éxito su periodo de prácticas: “de enero a junio estuve en una guardería y fueron los seis meses más felices de mi vida”, asegura formato MP3 audio(0,15 MB). Pero, luego, nunca tuvo la oportunidad de ejercer como educadora.

A principios de los 90 se aficionó a realizar excursiones y viajes con la ONCE; “viajes de juventud” los califica echando la vista atrás. Desde 2001 reside en Gijón y “entremedias -dice- sabores y sinsabores...”.

Más información