Movilidad siglo XXI, un reto que a todos nos compete
Cada año que pasa, la celebración en nuestro país -y esperamos que en todo el continente- de la Semana Europea de la Movilidad adquiere un mayor relieve, una implicación más importante de Administraciones y empresas y, lo que es más importante, del conjunto de los ciudadanos. La de 2019, bajo el lema ‘¡Camina con nosotr@s!’, ha sido especialmente significativa; no ha habido prácticamente ciudad ni rincón en toda España donde la campaña no haya tenido alguna materialización para recordar a toda la población la singular circunstancia que, en materia de cambio climático, polución, sostenibilidad y seguridad global, exige un necesario redimensionamiento de la movilidad como fenómeno social en todo el mundo. Y el Grupo Social ONCE, desde su compromiso con una perspectiva global de la civilización, pero también como agente singularmente implicado en la defensa de los derechos e intereses de las personas con discapacidad visual, ha jugado, cómo no, un relevante papel en estas convocatorias.
Lo ha hecho con sus exhibiciones del manejo y preparación de sus perros guía, como auxiliares de capital valor para cientos de sus afiliados; montando igualmente circuitos de movilidad en los que se invitaba a cualquier ciudadano a ponerse en la piel de una persona ciega tapando sus ojos con un antifaz opaco; u organizando conferencias y mesas redondas en las que salieron a colación los grandes asuntos irresueltos que en este terreno alteran la convivencia de la ciudadanía a causa de un desarrollo incontrolado de múltiples agentes de nueva aparición: el funcionamiento silencioso de los coches eléctricos, la desidia -sin freno normativo- de la circulación y aparcamiento de patinetes y bicicletas por zonas peatonales, etc.
La sostenibilidad del planeta exige adoptar urgentes y decididas medidas de control del medio ambiente y del urbanismo de nuestros pueblos y ciudades. Pero, en ese debate abierto que ocupará en buena medida los principales foros mundiales en esta nueva etapa histórica, no puede estar ausente la dimensión de la discapacidad. Desde una silla de ruedas o caminando de la mano de un bastón blanco o de un fiel perro guía también se habita nuestro planeta. Y esta condición puede y debe ejercerse desde las mínimas condiciones de igualdad, y por tanto de accesibilidad universal, para todos y todas los ciudadanos del mundo.
En esta hora histórica para la civilización universal nadie puede olvidar, sin recibir en pleno rostro la reacción de los afectados como un auténtico boomerang, que estas nuevas políticas deben llevar en su frontispicio la consideración, también, de esos 1.000 millones de semejantes en que la OMS cifra actualmente la población mundial de personas con discapacidad.