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EDITORIAL

El hipnótico poder de la imagen

Nunca, en la milenaria historia de la Humanidad, tuvo tanto peso -en el entorno inmediato pero también en su proyección de largo alcance- el valor de la ‘imagen’. De cómo somos percibidos dependen, hoy, en muy buena medida, nuestras posibilidades de promoción profesional, de éxito social e incluso de aceptación en las relaciones personales. Por fortuna, pese a la recurrente identificación con su dimensión visual, la imagen es un concepto mucho más amplio; “figura, representación, semejanza y apariencia de algo”, reza su primera acepción en el Diccionario de la RAE, y las personas ciegas nos manejamos cotidianamente, en buena lógica, en esta dimensión universal de su significado. Pero no cabe ignorar que lo visual ha sabido introducirse agresivamente en esta sociedad global a través de unos medios de comunicación progresivamente vicarios de esa dimensión. Y su propagación a través de las redes sociales ha multiplicado este efecto: somos lo que parecemos, lo que de nosotros se refleja al exterior. 

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