Vendedores de la ONCE, centinelas de la ilusión
En un par de semanas, el lunes 15 de junio, este inédito proceso social al que hemos dado en llamar ‘desescalada’ -y que estamos viviendo todos entre atónitos, preocupados y esperanzados- incorporará otro jalón hacia esa añorada, aunque todavía escasamente definida, ‘nueva normalidad’. Será la presencia de nuevo en las calles, tras tres meses socialmente ‘abducidos por la pandemia’, de los 19.000 vendedores y vendedoras de las loterías que comercializa la ONCE para financiar su labor social. Un referente de inclusión que, desde hace más de ocho décadas, distingue a nuestro país al convertir esta presencia de personas con diferentes tipos de discapacidad interactuando con sus conciudadanos en una imagen cotidiana de convivencia social integradora. Y, por si ello fuera poco, permitiendo a todos los miembros de este colectivo ganarse la vida por sí mismos y generar, al tiempo, recursos que impulsan su tarea solidaria con los movimientos sociales, con la eliminación de barreras o con el impulso de la formación e inclusión laboral de los más de cuatro millones de españoles con discapacidad.
Una labor que ha traspasado además fronteras y ha merecido el reconocimiento expreso de las más variadas instituciones nacionales e internacionales. Sí, en efecto, la ONCE -como tantas personas e instituciones de nuestro país- se siente legítimamente orgullosa de la trayectoria que la llevó hasta el último 14 de marzo, fecha de infausta memoria en la que se hubo de proclamar el estado de alarma en nuestro país. Pero no perderá ni medio minuto en rememorar con nostalgia el tiempo pasado: porque el reto es mañana y comienza hoy. Se llama levantarse de la conmoción sanitaria y socioeconómica más profunda vivida en los últimos 80 años en nuestro país -pero además en todo el planeta-, y a eso y por eso se ha puesto con todas sus energías a trabajar esta Organización con nombre de número que hace muchos años enarboló como símbolo el mensaje de la ilusión.
Ella misma nació hace casi 82 años, en otro momento igualmente crítico para la sociedad de nuestro país (el final de la Guerra Civil y los preludios de la IIª Guerra Mundial) y acumula la experiencia de la dificultad, pero también la posibilidad de afrontar y superar, ilusionados, unidos, los más amargos y serios avatares... Cuando a partir del próximo 15 de junio vuelva a reencontrar a alguno de sus vendedores en aquella esquina en que antes solía, acérquese responsablemente a él o a ella, salúdele y, si le cuadra, brinde por la ilusión comprando alguno de sus productos de juego. Pero, sobre todo, celebre y sea consciente de la importancia de su simple, entrañable y normalizadora presencia física y simbólica para todos nosotros, para nuestra esperanza, para nuestro futuro.