Los nuevos chalecos de la ONCE: una imagen con 19.000 caras
El proyecto de unificación y refuerzo de la imagen corporativa a través del chaleco que identifica a los agentes vendedores del canal principal sigue madurando y superando fases. Ya empiezan a llegarnos los primeros chalecos de segunda generación, elaborados para mejorar la usabilidad tras muchas pruebas y sugerencias de los expertos vendedores durante muchas jornadas de trabajo.
Parece que fue ayer cuando anunciábamos un proyecto que, tras muchas ideas iniciales, se había materializado en un chaleco identificativo para todos los agentes vendedores, que cubría varios objetivos que la Organización perseguía desde hacía tiempo. Pues no, no fue ni ayer. Fue en abril de 2015, hace ya casi seis años, cuando informábamos de que tras distintos talleres con vendedores y con otros grupos vinculados al área comercial, se había decidido probar un chaleco en dos puntos geográficos con condiciones climáticas muy diferentes, en Benidorm y en Cantabria. Pues bien, tras estas primeras pruebas, las sugerencias de los vendedores, los sucesivos reajustes, las consultas desde ARCO, los concursos de adjudicación, nuevas pruebas de materiales, etcétera, el chaleco vio la luz, de manera generalizada, a mediados de 2018.
Dos años y medio después, con más pruebas y sugerencias, pero sobre todo con la experiencia de los usuarios durante muchas jornadas de trabajo, se ha decidido darle una vuelta de tuerca más con el fin de mejorar su usabilidad. Y para ello, tras un nuevo concurso de adjudicación para su fabricación, empiezan a llegarnos ahora los primeros chalecos de segunda generación.
Las novedades de esta segunda versión del chaleco apenas son visibles, pues tanto para el público como para los propios vendedores el diseño y su aspecto actual siguen respondiendo a los objetivos marcados inicialmente.
Por eso, los cambios más importantes se basan en la experiencia del vendedor. De esta forma, el chaleco que ahora se empieza a distribuir presenta novedades que no se aprecian a primera vista, pero que el vendedor ha ido sugiriendo durante todo este tiempo. La prenda es ahora más ligera, más cómoda y duradera –al haberse incorporado diversos refuerzos, como en las presillas de los bolsillos o en la porta tarjetas–. Además, se ha modificado la combinación de sus tejidos, que redundan en la durabilidad, pero también en el confort del vendedor, al hacerlo ahora más transpirable. También se han tenido en cuenta otras sugerencias, como que los mosquetones, necesarios para la adecuada exposición de productos en la vía pública, pasen a ser ahora extraíbles, tanto para facilitar su lavado como para que puedan quitarse en el caso de que no sean útiles, como ocurre con los vendedores que ejercen su actividad en quiosco o estand.
Los nuevos chalecos se irán distribuyendo según se vayan demandando por los centros territoriales para sustituir las prendas en uso que se vayan deteriorando, pues, como hemos comentado, la apariencia de ambas prendas es la misma.
El chaleco cumple, al menos, cuatro funciones muy relevantes, tanto para la Organización como para el vendedor:
- En primer lugar, como ocurre con cualquier marca, facilita la identificación de nuestros vendedores. Cada uno de ellos es diferente, tiene una personalidad que lo hace único, pero todos ellos tienen un objetivo común, y facilitar su inequívoca identificación nos ayuda a que se nos relacione con ese objetivo.
- En segundo término, cualquier vendedor conoce el daño que nos hacen las rifas ilegales, es decir, esas que utilizan de manera fraudulenta nuestra imagen para distribuir productos sin ningún respaldo y sin ningún respeto a sus vendedores. Este chaleco nos dice que además de trabajar para una organización solvente, que es transparente y que siempre ha pagado todos los premios con puntualidad, también reconoce el trabajo de sus vendedores a través de un salario y unas condiciones dignas, como las de cualquier otro trabajador de la Organización.
- Además, el chaleco facilita la exposición de los productos comercializados para los profesionales que trabajan en la vía pública. Así, el diseño de sus bolsillos o la disponibilidad de los mosquetones favorecen la exposición de los productos en una superficie mayor y mejor organizada.
- Por último, hemos de acudir a la alineación de la imagen comercial –la del vendedor y la de los productos– con la imagen corporativa con la que la ONCE quiere ser percibida por la sociedad y con la que los consumidores y los ciudadanos nos conocen y nos reconocen día a día.
De ahí la implantación y la evolución de proyectos como este, el chaleco de los vendedores, que da respuesta, en una sola prenda, a demandas institucionales, pero que sobre todo refuerza la figura del vendedor como lo que es, un constructor de ilusiones cotidianas.