Juanma Larrubia: "He visto muchas personas mayores desesperadas en la puerta del banco"
Echa una mano a ancianos e inmigrantes mientras ejerce la venta de los productos de juego responsable de la ONCE frente a una sucursal bancaria, en Marbella
Buena gente, mejor persona. Le puede la solidaridad y siempre ha sido así… “si tienes tiempo y posibilidad para prestar ayuda hay que hacerlo”, declara, con firme convencimiento, (0,72 MB) Juan Manuel Larrubia Decosa, marbellí, de 40 años, y agente vendedor de la ONCE en la tierra que le vio nacer. Desde que vende los productos de juego responsable, en la calle Serenata, número 3, de lunes a viernes, ha visto de todo… o casi. Lleva cerca de tres años en ese punto de venta donde coloca su expositor en la misma acera en la que se encuentra una oficina bancaria con sus correspondientes cajeros automáticos en la calle. Y es que la digitalización impuesta a pasos agigantados, con una falta de atención personalizada, en prácticamente todos los ámbitos, afecta sobremanera a las personas mayores con más dificultades, personas con discapacidad e inmigrantes por desconocimiento del idioma. Y a Juanma, como se le conoce en el barrio de toda la vida, se le cae el alma al suelo cuando observa cómo dudan tantas personas mayores a la hora de operar en el cajero y la tristeza por no ser atendidas personalmente en el banco.
“El cajero lo tengo a dos metros y medio o quizá tres, desde mi expositor. Y, claro, veo a las personas mayores que no saben por dónde introducir la tarjeta o la cartilla bancaria y como estoy ahí todos los días (0,86 MB) empezaron a tener confianza conmigo. Me piden ayuda o bien yo me presto a ello”, comenta mientras explica que, desde hace un año y medio, es un no parar, “incluso cuando me estoy montando en el coche para irme me llaman… por favor ¿me ayuda?
(1,48 MB) Sea como fuere Juanma echa una mano en lo que puede a vecinos y amigos, claro. Lo ha hecho siempre, desde que era un chaval, aunque ahora su fama se ha extendido más allá de la barriada de la Plaza de Toros de Marbella. Él junto a otros ‘Juanmas’, en similar tesitura, movilizan sentimientos dormidos en una sociedad cada vez más fría e insensible, ante un convulso mundo que camina hacia la barbarie. O para mal, las máquinas que sustituyen personas o la sinrazón que sólo entiende de ingresos y gastos. Algo se ha movido, al menos, en el sector bancario con entidades financieras que empiezan a tomar cartas en el asunto y amplían sus horarios de ‘atención preferente’ para mayores de 65 años, con servicio presencial. A ver si es posible que la cordura, por una vez, gane la batalla. La campaña ‘Soy mayor, no idiota’, que lucha por la atención de las personas mayores en los bancos, promovida por el médico jubilado Carlos San Juan, parece dar sus primeros frutos. Y… ¡Ojalá! no se repita nunca el mal trago de aquella señora, con más de 80 años, que salió llorando del banco porque le dijeron que para sacar dinero usara el cajero de la calle… sin saber ni teclear el pin de su tarjeta. Menos mal que había cerca un vendedor de la ONCE. Ahí estaba Juanma quien relata la historia vivida, en primera persona: “No tenía ni dinero para ir a comprar y le obligaron a salir a la calle y sacar dinero desde el cajero
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Una acción de corazón es ofrecer siempre nuestra ayuda. Precisamente el buen corazón de nuestro protagonista le ha llevado a ser noticia, en prensa, radio y televisión. “Mi mujer dice que se me está subiendo a la cabeza”, dice, al tiempo que bromea y sonríe feliz. No es para menos. Desde hace poco más de dos semanas le ha pedido en matrimonio y ella, Ana, ha dicho: ‘sí’. Imposible acallar su alegría… “Si Dios quiere el año que viene me caso”, confiesa pletórico de felicidad. Entre los dos tienen cuatro hijos. “Dos son míos y dos de mi pareja; la verdad es que estamos formando juntos una familia muy bonita”, apostilla.
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La familia de la ONCE, por otro lado, la tiene desde hace seis años cuando empezó a trabajar en la venta como ‘centinela de la ilusión’, tras sufrir un aparatoso accidente de tráfico que le dejó secuelas con discapacidad física. Hasta catorce intervenciones quirúrgicas lleva Juanma, obligado a tener un paréntesis laboral en la venta del cupón que reinició hará unos tres años. “Para mí es el mejor trabajo que he tenido. Cuando empiezas a conocer la empresa sabes que estás haciendo una gran labor y es muy gratificante; además, con la venta en la calle y en contacto con el público sientes que las personas necesitan de nosotros y haces muchas amistades”, afirma sin paliativos (0,69 MB). Además, la suerte ‘con fortuna’ corre de su mano. Sirva como muestra que en 2020 repartió, entre sus vecinos, cinco cupones de 35.000 euros. “Quedaron íntegros en el barrio, a personas que les hacía falta”, apunta. Refiere asimismo los 7.500 euros de un Rasca que le tocó a una persona muy mayor y “que me compraba un rasquita todos los días, pero ese premio lo di en el quiosco de Miraflores, en la Avenida Trapiche”, especifica que es donde trabaja los sábados. Apunta otros muchos premios de 500 y 300 euros con los rascas; “y los 3.000 euros, en cupones de viernes, para un cliente que se llevó veinte a 150 euros, estas Navidades. La verdad es que no me va mal y algo se reparte”, añade.
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Con una sonrisa y su ofrecimiento de ayuda para quien lo necesita, Juanma seguirá disponible en su punto de venta frente al banco “en el que ha visto muchas personas desesperadas en la puerta”, concluye. (0,46 MB)
Genoveva Benito