El viernes 6 de enero (Día de Reyes), la flamante ‘centinela de la ilusión’ cumplió su particular cuento de Navidad, al repartir un "cuponazo" en el mercado que la vio nacer a ella y a sus padres 

Pletórica de felicidad. Como por arte de magia le desaparecieron todos los males, de momento. No para de sonreír y mantiene la emoción a flor de piel por haber repartido el primer Cuponazo del recién estrenado año 2023. “Sí, así es, tras siete años ‘a pie de calle’ han venido los Reyes Magos cargados de ilusiones y no llegaron de Oriente sino de la ONCE”, declara con satisfacción (0,92 MB) Yolanda Peñalver Ponce, de 54 primaveras. Ella es la agente vendedora de los productos de juego responsable de la ONCE, que ha repartido un total de 7.080.000 euros distribuidos entre un cupón premiado con 6 millones de euros y otros 27 cupones de 40.000 euros cada uno ¡Ahí es nada! Y ha sido en el mercado de referencia de toda su vida, en el Mercat de Russafa de Valencia, donde sus padres tenían antaño un puesto de salazones ‘Salazones Peñalver’.

Bien que recuerda, con cierta añoranza, aquellos juegos infantiles siendo una niña cuando se juntaba “toda la chiquillería del mercado en Navidad; éramos una gran familia, yo me he criado entre los puestos del mercado de Ruzafa”, apostilla sin paliativos (0,98 MB). De hecho, sus padres se conocieron y empezaron su noviazgo en ese mismo lugar donde Yolanda ha conseguido llenar de alegría con el reparto de tantos millones de euros convirtiendo la suerte de la ilusión en una realidad. Porque el dinero no da la felicidad, claro, pero una ayuda o una inyección económica de tal calibre viene de maravilla cuando la fortuna cae en muchas familias modestas o que no llegan a fin de mes.

Discreta y divertida, mientras ejerce su trabajo al tiempo que mantenemos la conversación, confiesa que sí conoce a personas tocadas por la gran fortuna repartida “pero eso ya es secreto de sumario”, dice dicharachera. Y es que son muchos compañeros del mercado, de pequeños comercios de la galería, los que le compran a diario por ser clientes habituales, así como del vecindario y amigas de siempre. Y ella muestra su gratitud y felicidad sin tapujos… “Mi objetivo era hacer bien mi trabajo y repartir premios y lo he conseguido”, apunta. (0,12 MB)

Luces y sombras jalonan su trayectoria vital. El dolor físico y psicológico ha dejado marcas en su camino. De un tiempo a esta parte se le han agudizado las secuelas de la discapacidad física, con agudos episodios de dolor y movilidad más reducida. Se maneja con muletas y paciencia infinita y su punto de venta se circunscribe, prácticamente desde su arranque en el trabajo de la ONCE, en tan centenario mercado de Ruzafa sito en el barrio de idéntico nombre. “Empecé vendiendo el cupón en la calle Cádiz, que está aquí al lado, y desde el día 2 de marzo de 2016 estoy en el Ruzafa”, refiere con exactitud.

Y los recuerdos se agolpan en su mente… Echa la vista atrás y relata cómo el detonante de su discapacidad acaecía por una fortuita caída mientras alcanzaba, subida en una banqueta, un bote “de banderillas”, dice, en el puesto de salazones del mercado. “Resbalé y mi propio peso fracturó la pierna”, explica. Corría 1994 “me rompí la tibia y el peroné; me operaron de urgencia, tuve rechazo al material quirúrgico (…)” Y continua su relato repleto de altibajos por temas de salud, pérdidas familiares y graves problemas con su pareja. Sentía un total desamparo “con mi niña de dieciocho meses, un negocio y una pierna destrozada”, asegura sin acritud. A punto de tirar la toalla encontró la ayuda “de unas monjitas, que se llaman Las Adoratrices, me acogieron en su casa y de ahí volví a salir persona… las llevaré siempre en mi corazón”, confiesa. Tras ese paréntesis vital retoma con fuerza su camino: “Me empecé a dar cuenta que tenía que olvidarme del pasado y cuanto antes mejor; tenía otro presente (0,47 MB) y no podía seguir luchando contra fantasmas”.

Como anillo al dedo le llegó la oportunidad de trabajar en la ONCE. Anda feliz, siempre con una sonrisa… “me han dado la autonomía y libertad para no depender de nadie, ni de otra pareja ni de nadie más… Me siento independiente como si me hubieran acogido desde pequeñita y me hubieran enseñado a valerme por mí misma siendo una persona invidente. Lo mismo han hecho conmigo”, afirma feliz. (1,64 MB)

 Y aún hay más… con el subidón de los premios, que ha dado con el nuevo año, se le han pasado hasta los dolores… “No me ha dolido nada, ni lumbares, ni cervicales, ni piernas, ni cadera… Dar premios es la mejor medicina”, concluye.

Genoveva Benito