El artista supera "el terror" a pronunciar la palabra ONCE 

Mujer y naturaleza. El mar y la montaña han perfilado y definido toda la obra de Lete Ortega (Jerez, 1958). Escultor, ceramista, pintor... siempre a la búsqueda incesante de texturas ocultas en la materia. Restaurador o artista de las Bellas Artes, el autor ve desdibujado su entorno por la discapacidad visual aportándole otra manera de ver y sentir. 

Su vida ha sido un caminar continuo, primero por la Sierra de Cádiz y Grazalema, que se conoce al dedillo, y las playas más vírgenes, cuando lo fueron, de Cádiz, esa arena tostada y el cristalino aturquesado de lugares de ensueño como Bolonia, Atlanterra o  Caños de Meca. Playas de luz y montañas rocosas que marcaron un principio y una forma de entender la vida que continuó después, desde hace casi ya una década, por las tierras de Almería y el Cabo de Gata. 

¿Qué pintaba de pequeño?

Tuve mi llamada artística sin saberlo. Antiguamente las calles no estaban tan urbanizadas como hoy y jugábamos en la calle con barro. Me gustaba, me llamaba mucho la atención la materia, también las cortezas de los árboles, las cogía y hacía mis cositas. Tenía esa inquietud por hacer cosas con lo que la naturaleza me ofrecía. Era una llamada muy fuerte (0,69 MB) Cualquier elemento me ha valido, cuando tenía reunido dinerillo, compraba oleos y algún lienzo, y a experimentar.

Es usted más escultor que pintor.

La pintura me la he tenido que gestionar  por la falta de visión . Cuando tuve la primera incidencia con la vista, en 2014, fue cuando poco a poco fui madurando la idea de que no podría manejar el estudio de escultura como cuando se ve. Y me planteé la disciplina de la pintura me siento más suficiente con el volumen. (1,09 MB)

Y como escultor ha trabajado con todo tipo de materiales.

Sí, me he especializado en arcilla refractaria a alta temperatura, he utilizado también la madera, las piedras artificiales, resinas, mármol, alabastro, traverinos, etc.

Se licenció en Historia del Arte en Jerez, y fue durante 13 años director de la Escuela Municipal de Arte en Arcos de la Frontera. ¿Qué impronta le dejó?

Creo que hicimos una labor artística-cultural muy bonita, teníamos pinturas, grabados, dibujos, esculturas, cerámicas y era una enseñanza bastante avanzada. Ha sido muy gratificante enseñar a personas. He enseñado, en  todos los contextos sociales, y es muy gratificante porque de todo se aprende. Poder enseñar y llevar al campo artístico a personas, que a lo mejor no iban a tener oportunidad de tocarlo o que se sienten incapaces de hacerlo, y ver como poco a poco se van metiendo en el hilo de la enseñanza artística y ven que los resultados son muy positivos, es fantástico.

¿Cómo enseña a amar la escultura y la pintura?

Cuando tu amas lo que haces es muy fácil transmitirlo (1,11 MB). Cuando tenemos algo, que sentimos y lo transmitimos porque te sale por los poros de la piel, la gente lo capta, y una vez que estás metido en la batalla artística te vas dando cuenta de que son tus propias manos las que empiezan a hacer realidad aquello que puedes pensar. A partir de ahí los resultados son emocionantes. No es que todo el mundo pueda ser un artista. Es que todo el mundo potencialmente puede ser creativo, es una realidad y gratifica el espíritu dado que las personas empiezan a sentir emociones desconocidas. Cuando empiezas a sentir empiezas a amar. Y creo que se transmite. Cuando hay profesores que no han transmitido, la asignatura se nos ha quedado un poco por descubrir como cogida con alfileres, sin embargo, ha habido otros maestros que nos han animado y lo han convertido en algo bello para nosotros.

¿Una escultura es siempre la expresión de un sentimiento?

Totalmente. La disciplina que haga, lo hago a través de un sentimiento e incluso cuando estás creando la idea. A mí me gusta trabajar por serie, yo desarrollo una idea y la plasmo en diferentes estudios que tienen una correlación; no me gusta crear una sola pieza, me quedo con la sensación de falta de desarrollo.

Cada obra tiene un propósito.

Sí, el propósito de las series es conceptualizar hechos. En la serie ‘Orígenes de una Expresión’  era dar a conocer la importancia que tuvo el mundo neolítico en la sociedad, a través de las tipologías cerámicas y las riquezas decorativas. En ‘Bloques Arquitectónicos’ no deja de ser una crítica a un sistema arquitectónico bastante insulso, en volúmenes y formas sobrias quería plasmar una crítica abstracta concebida para cuidar la calidad y no la cantidad.  ‘Fondos marinos’ es una recreación de la pureza de los fondos a través de unas cristalizaciones que me llevan a criticar como nos estamos cargando toda la naturaleza, sin respeto por el Medio Ambiente. Siempre ha habido connotaciones de crítica en mi obra o contextualizar problemas sociales. El arte desde las vanguardias ha ido en post de tener un sentimiento paralelo a los problemas sociales.

Su arte es compromiso social.

Totalmente. Voy sintiendo y lo que siento que repercute en la sociedad, en nuestro sistema de vida, en el medio que nos rodea... Todo eso influye a la hora de poder crear, dado que todo es motivo y sustento creativo. Claro que hay un compromiso.

¿Dónde se siente más ‘yo’? ¿Dónde se proyecta mejor? (2,08 MB)

No sabría decir porque cuando estoy en una disciplina me siento sumamente integrado en ella. Si estoy en una escultura estoy pensando en las formas pictóricas que me ofrece el volumen. Y cuando estoy haciendo una pintura, intento llevar el volumen a lo que pinto a través de la textura visual. Y la cerámica tiene una importancia vital porque el proceso creativo comienza desde el principio hasta el final; y es tan completo, complejo y enamoradizo que el proceso creativo, que nos proporciona la tierra, el agua y el fuego, me hace sentir muy ligado al medio. Todas las materias aplicadas a las disciplinas escultóricas que toco, tienen la belleza natural y su complemento creativo.

¿Qué tienen en común y de diferentes el Lete Ortega pintor y el ceramista o el escultor?

La diferencia son los resultados y procesos, con mayor fuerza o elegancia, de sutileza más bien convencional, pero todo está muy unido;  a veces, concibo la obra para un determinado material que puede llegar a ser transversal a otros.

¿Pero es más sensual en la pintura o más arriesgado en la escultura? ¿Hay alguna disciplina que le exija más?

La pintura plantea la suavidad del ambiente donde tu creas tu espacio creativo para poder pintar. Y el taller de escultura es sobrio, de polvo, de elementos temporales, más suciedad, de más fuerza, más herramientas, de un esfuerzo mayor a la hora de crear. No es lo mismo esculpir un mármol que trabajar una pintura, aunque uso la misma música para las dos disciplinas e intento crear el mismo ambiente, aunque sean conceptos diferentes. El momento creativo es el mismo pero los procesos son un poquito diferentes. Y luego, ver que la materia se ha convertido en un elemento bello que se ha transformado en unas texturas y que le has sacado tú a la materia una productividad tremenda en todos los conceptos, los resultados enamoran y te sientes muy pletórico y lleno de vida por dentro.

¿Qué música escucha cuando crea?

Siempre he escuchado muchísimo la música clásica y étnica. Tengo un autor que me proporciona un éxtasis tremendo que es Amancio Prada, su voz, es uno de los pocos trovadores que quedan en este país, la musicalidad que tiene, la letra, me transporta a la paz, al sosiego y eso me agrada muchísimo. Cuando trabajo necesito silencio, tranquilidad, sin ruidos que distorsionen ese fluir y esa paz que tengo. Y la música me ha ayudado muchísimo. También la música instrumental que me haga sentir y vivir en lo que estoy realizando.

¿Qué le inspira más a Lete? (1,15 MB)

A mí me han inspirado tres elementos muy importantes en la vida.  La mujer ha sido sustento de vida, musa interpretativa del hecho artístico, de la curva, de la forma, de la sensualidad, me ha llevado  a tenerla muy ligada a mi creatividad; la naturaleza, siempre es un sitio activo en el que sigo viviendo de ella porque nos proporciona el elemento fundamental que es el volumen, los cromatismos más impresionantes que podamos tener, las texturas visuales y táctiles más alucinantes que podamos buscar dentro de lo que tenemos previsto crear; y luego otro elemento que ha sido fundamental en mi vida es el mar. Me he criado en el Atlántico y soy hijo adoptivo del Mediterráneo y tanto el uno como el otro los vivo muy intensamente.

¿Y entre la luz de Cádiz y de Almería con cuál se queda artísticamente?

Tenemos la suerte que tanto Cádiz como Almería son las provincias que tienen más horas de luz al año, hay una diferencia de unas pocas horas a favor de una u otra. Cabo de Gata tiene una luz espectacular, con unos paisajes envolventes que tienen un ritmo de textura y volúmenes que los hace único. El sol nace en Almería creando simbolismos de luces y en Cádiz se nos va en crepúsculo madurado por la luces del día de forma tan sumamente bella que es impresionante. He visto los amaneceres en la Sierra del Pinar del Pinsapar... es lo más bello que he podido ver. Almería era una provincia muy desconocida para mí y me enamoré de ella, la he recorrido a pie por todos sus rincones y montañas, buceando por todo su literal, he hecho senderismo acuático; estoy muy enamorado de Almería y desde luego mi enamoramiento primario nace en Cádiz. Estoy muy ligado a las dos provincias.

¿Se atreve a definir la marca, el estilo de Lete Ortega?

Actualmente soy muy expresionista. Me he identificado con el expresionismo. Y actualmente estoy en ello, quizá porque estoy obligado a ello. He sido una persona muy versátil en ese aspecto. Cuando trabajo una idea, lo hago para hacer una transformación hacia lo abstracto, simplificando la obra a partir de una idea base. Me ha encantado siempre. También me ha gustado mucho desarrollar en trazos lo que es una forma figurativa simplificada para transportarla a formas sugerentes de volúmenes y poder llevar la sensualidad de un trazo representativo a un cuerpo femenino. Y luego tocar elementos nuevos y transformarlos en calidades. Es lo que quizá más me ha marcado la vida a mí. Porque lo que me ha gustado ha sido una búsqueda incesante de la materia y sus calidades. La he sacado en todas las disciplinas que he tocado.

Cíteme algún artista que admire.

Tengo muchísimos. Picasso es un referente porque fue pintor, escultor y tocó la cerámica también como Barceló.  La cerámica es tan sumamente enriquecedora, nos proporciona ese vehículo que todo el mundo necesita, sacar de lo amorfo, la complejidad de una sensación artística. Giacometti me ha encantado las formas tan maravillosas que ha tenido de llevar el movimiento tan suigéneris a lo que es el arte, la persona, la figuración, el equilibrio. Henry Moore, ha utilizado el gran volumen. Es que hay tantos, que aprecio toda obra de artista.

La restauración de todo el mosaico que cubre el santuario de Consolación de Utrera tiene su sello. Fue un trabajo de artesanía sobre los azulejos que datan del XVI. ¿Es uno de sus principales legados?

Sí, fue importante, se hizo un trabajo interesante. No sé cuántas miles de losetas estaban estropeadas y se restauraron en frío para no dañar el conjunto. Es de los zócalos más bonitos que he visto. Los alumnos se implicaron al máximo, todos lo pasamos muy bien, y el marco es incomparable.

Desde hace dos años es usted afiliado a la ONCE por una degeneración macular en ambos ojos y glaucoma. ¿Cómo está resultando su proceso de adaptación y cómo le condiciona la vida en este momento?

No ha sido nada fácil. (1,17 MB) Vivo solo en Almería, quería seguir siendo autosuficiente y ya vi que era imposible, caí en una depresión y me afilié a la ONCE. Me daba hasta pavor pronunciar la palabra ONCE. Mi psicóloga me ha ayudado a sentir que el duelo se queda atrás, gracias a ella conseguí levantar vuelo y empezar a creer en mí, dado que tenía una autoestima por los suelos. De estar trabajando con personas con discapacidad, con las que siempre he sentido una empatía, a caer en la discapacidad y sentir lo que es, que la sociedad te da un poco de lado, ya no estás entre iguales. Eso es muy fuerte y muy duro. Pero poco a poco he ido superándolo gracias a mis psicólogas, de la ONCE y SAS, a las que les tengo que agradecer muchísimo. Y empecé a sentirme otra vez persona, a pensar que tenía que seguir con mis pensamientos creativos, que no podía dejarlos, aunque yo me había deshecho totalmente de mi taller de escultura, lo había o bien regalado o mal vendido, empecé a participar en cosas de la ONCE. Y hoy en día me encuentro integrado (1,52 MB)

Goya en su última época, ya afectado por la falta de audición, se volvió muy oscuro, tétrico y trágico. ¿Tiene la sensación de que corre el mismo riesgo en estos momentos de su vida?

La enfermedad ataca profundamente los cimientos (0,97 MB), el sentimiento, lo más profundo, entonces tenemos que pasar un duelo que puede ser más o menos largo, o más o menos peligroso o preocupante, porque he tenido diferentes sensaciones y no es agradable. Aceptar tu nueva vida y compaginarla con lo que ha sido mi vida y lo que has amado, que en este caso es el arte en sí, cuesta mucho trabajo. Y hay que hacer un gran esfuerzo para sobreponerte a todo y decir que quieres seguir interpretando. Que mi vida tiene todavía un valor y un sentido, es inevitable que afloren impulsivamente sensaciones obsesivas y repetitivas.

¿Está condicionando su obra en vitalidad, en expresión, en color, en algún sentido?

Ahora mismo para mí es la mancha del color. No me importa el color cómo lo proyecte, no me importa que el trazo vaya correlativo, es un momento muy expresivo, es una sensación de libertad y necesidad pura, de utilizar el color en su estado más puro. No me importa que la mezcla del color surja de armonías encontradas. Lo que pretendo es hacer una cara y que queda plasmada, con una distorsión o no, por eso digo que estoy más ligado al mundo expresionista.

Se siente más libre ahora (2,65 MB)

Sí, totalmente, me encuentro con la libertad plena de lanzar color, trazar líneas, de meter la mano, de utilizar el material que quiera. Me siento con toda la libertad, siempre lo he hecho. Pero ahora estoy totalmente desinhibido del tema.

Luis Gresa