Guillermo Bustamante: “ El principal valor que potencian estos campamentos es el respeto por todas las personas ”
Guillermo Bustamante tiene 31 años, es profesor de primaria y uno de los monitores más veteranos de los campamentos inclusivos de la ONCE, en este caso en Madrid, en los que participa desde hace 8 años. Lo suyo, asegura, es vocación; una vocación que descubrió haciendo un voluntariado en Argentina de la mano de una ONG. “Todas las mañana acudíamos al colegio del pueblo en el que estábamos y ahí me di cuenta de que yo quería ser profesor y estudié magisterio. Pero fue a través de un familiar, que ya era monitor en los campamentos de la ONCE, cuando surgió la posibilidad de ser uno de ellos, porque era una manera de tener experiencia en un tipo de educación diferente a la ordinaria, conocer un entorno muy distinto al de un colegio y estar con chicos y chicas con discapacidad”, cuenta a Así Somos
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Y es que Guillermo nunca había tenido en su aula ningún niño o niña ciegos o con grave discapacidad visual. Fue su participación en los campamentos de la ONCE lo que en, el buen sentido, le obligó a reformular parte de su proceso de aprendizaje como docente. “Hasta que no estás con estos niños y niñas no eres realmente consciente de las dificultades que pueden tener debido a su discapacidad”, afirma. (0,61 MB)
Por ello, ha aprendido a saber adaptar todas las actividades que preparan en los campamentos para que “sean totalmente inclusivas y todos disfruten de ellas, los que ven y los que no”, asegura (0,76 MB).
Realizar actividades más cooperativas, la ayuda entre iguales y el cuidado de los mayores hacia los pequeños son algunas de las pautas establecidas en la organización de los campamentos inclusivos de la ONCE, según Guillermo. “Tener en cuenta a los compañeros y compañeras con discapacidad aporta a los que no tienen este hándicap un elevado grado de aceptación y tolerancia hacia cualquier persona independientemente de su condición -afirma (1,30 MB)-. Es en estos campamentos cuando los mayores, sobre todo, experimentan un cambio brutal en este sentido” .
Respeto como valor fundamental
Para Guillermo el mayor valor que potencian estos campamentos es el respeto por las personas sin distinción ninguna. A partir de ahí “nacen otras aptitudes que hacen que, durante estos días, la convivencia sea de 10”, dice.
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Este año, con la temática del deporte como eje central, ya que estamos en tiempo olímpico y paralímpico, los niños, niñas y jóvenes han podido practicar algunos deportes adaptados, como el fútbol o el goalball, exclusivo para personas ciegas y que se practica con antifaz y en pleno silencio para que los jugadores y jugadoras puedan atrapar el balón de cascabeles con el que se juega; también la natación y el atletismo -este año al campamento de Madrid acudió la atleta ciega Alba García que también compite en París-... Pero la actividad que más les gusta, sobre todas, es la ya tradicional “velada de miedo, seguida, claro, de los juegos de agua en la piscina”, nos cuenta Guillermo (0,97 MB).
En lo personal, confiesa (1,79 MB) que vivir cada verano estos días de campamento, junto a más de 60 niños y niñas y otros 15 monitores y monitoras, le aporta “muchísima felicidad". "Cuando ves el progreso de los chavales cada año me marcho siempre con la sensación del trabajo bien hecho, de que la coordinación entre todos los monitores ha sido muy buena y que a través de las actividades y del trato personal, algunos de ellos, sobre todo los más pequeños, que se pasan llorando los primeros días porque se quieren volver a su casa, se marchen pensando en el campamento del año que viene”.
Por todo ello, y como él mismo asegura (1,00 MB), seguirá siendo monitor en los veranos de la ONCE “hasta que el cuerpo aguante”.
Mercedes Leal