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75.000 IGUALES TRABAJANDO

Si los fundadores de la ONCE hace más de 85 años, aquél grupo de personas ciegas que impulsaron esta bendita Organización -y que eran herederos del sentir asociativo de las personas ciegas en España a finales del siglo XIX y principios del XX- levantaran la cabeza, a buen seguro no se creerían lo sucedido con aquella pequeña institución de ciegos pobres, de pobres ciegos, que se unieron para responder a una necesidad acuciante: sobrevivir. Y lo hicieron con una decisión que marcó la historia y el devenir de las personas ciegas y con discapacidad en España. Rechazaron una pensión y pidieron un trabajo. Ahí está la clave de entonces, y de ahora.

El empleo como herramienta de normalización; de inclusión; de querer ser unos ciudadanos más; de ganarse el salario y los derechos; de labrarse un futuro al lado de la sociedad, de la que ser parte activa. Hoy, el Grupo Social ONCE supera los 75.000 trabajadores y trabajadoras, 75.000 iguales, 75.000 almas y 75.000 corazones latiendo al únisono como demostración de una aspiración convertida en realidad: la inclusión de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la vida.

En este empeño, el Grupo Social ONCE lleva trabajando hace casi nueve décadas para crear un modelo socioeconómico capaz de demostrar que la incorporación masiva y la aportación de estas personas a las empresas y a la sociedad en general es una opción absolutamente innegociable en los tiempos que corren. De ahí que uno de los principales objetivos que orientan la acción y el trabajo de la Organización sea la creación de empleo para personas con discapacidad. Porque nada incluye más que un empleo, esto es, la capacidad de poder contar con un salario -pero no solo-; la capacidad de aportar, de sentirse útil, de no verse apartado, de sentirse parte y no parte excluída, de ser un ciudadano de primera desde el cumplimiento de sus derechos.

Es sin duda el valor del empleo. El empleo con valor. Un modelo único en el mundo, el del Grupo Social ONCE, capaz de incluir en su plantilla a más de 45.000 personas con discapacidad aportando su granito de arena a la sociedad y arrastrando y animando a muchas otras que han visto, gracias a este ejemplo, cómo se abrían puertas y oportunidades en mil ámbitos para lograr el ansiado empleo y la deseable inclusión.  Es, sin ningún género de dudas, el valor social del trabajo. El acceso al mercado laboral como el mejor testimonio y la mejor carta de presentación y acreditación de la capacidad de estos conciudadanos, cuatro millones de personas en España, para contribuir  con su esfuerzo personal, dedicación y compromiso a la mejora de la sociedad.

Muchos han sido los expertos que han hablado y escrito sobre la función socializadora del empleo para concluir que la actividad laboral -máxime en colectivos en riesgo de exclusión, a todos los niveles- enriquece la consideración social y permite adquirir un status de normalidad que les lleva a sentirse partícipes de la vida social; sentir pertenencia social y afianzar la identidad como un miembro más de la sociedad, nunca como uno menos.

Para el Grupo Social ONCE nuestro fin ha sido y es ampliar el mercado laboral de las personas con discapacidad, uniendo personas con discapacidad y sin discapacidad para que se complementen, de manera que el empleo para nosotros no es un medio para conseguir algo, ni siquiera unos resultados, sino un fin en sí mismo y, en esa línea, hemos ido adaptando nuestra realidad hasta el hito que hoy nos parece interesante descatar y agradecer: más de 75.000 trabajadores y trabajadoras; más de 75.000 almas y corazones que miran juntos a la sociedad para decir que, con su apoyo, esto no acaba aquí.