TESTIMONIO
Balance del Programa Proyecta: presente y futuro
Los integrantes de la primera convocatoria del Programa Proyecta que completaron este novedoso y ambicioso proceso han plasmado por escrito, desde dentro y en primera persona, las emociones, retos, dificultades y sensaciones personales y profesionales que les han acompañado, de principio a fin, en este complicado, duro y firme camino. Adjuntamos sus percepciones en el escrito realizado conjuntamente por todos ellos.
“En el momento que leímos el primer Oficio-Circular sobre la convocatoria del ‘Programa Proyecta’, ninguno de nosotros podíamos imaginar hasta qué punto la experiencia del paso por este curso nos iba a cambiar personal y profesionalmente. Lo que comenzó como un reto individual, acabó siendo un verdadero éxito de equipo. Nuestra Institución puso ante nuestros ojos una oportunidad única de formación y promoción profesional. Sin embargo, ello suponía un alto coste personal, ya que tuvimos que hacer un paréntesis en nuestras vidas, dejar nuestra tierra y alejarnos de nuestras familias. Así, el 20 de mayo de 2013, diez personas se encontraron en el centro del Paseo de la Habana en Madrid, diez auténticos desconocidos con sus incertidumbres, sus miedos y sus ilusiones. La ONCE les había elegido, les había planteado un reto: formar parte de la primera promoción del Programa Proyecta.
La sensación de nerviosismo y dudas de los primeros días se mezclaba con la de formar parte de un proyecto ambicioso y distinto a todos los que se habían desarrollado hasta el momento en la ONCE. A su vez, la competitividad se palpaba en el ambiente. Sin embargo, fue sorprendente y tranquilizador darnos cuenta de que, aún con currículos y vivencias anteriores muy diferentes, todos los alumnos del curso éramos y nos sentíamos ‘vendedores’. Afrontamos así los primeros tres meses de formación teórica. En esta primera fase, tuvimos la oportunidad de conocernos a nosotros mismos y desarrollar habilidades personales y profesionales, poner a prueba nuestras debilidades y fortalezas, potenciando nuestras capacidades con el apoyo de coaching personal y grupal. Un aspecto totalmente innovador en la formación dentro de la Casa. No fue nada fácil; sin embargo, nos permitió aprender tanto de lo bueno como de lo menos bueno. En ese periodo, recibimos un gran número de conocimientos teóricos enfocados a la gestión comercial, con sus correspondientes pruebas de evaluación continua. A la vez, pasamos por diversas etapas como grupo: conocimiento, tensión, conflicto, acercamiento de posiciones y, finalmente, cohesión. Desde el principio conocíamos las ‘reglas del juego’. Sin embargo, fuimos plenamente conscientes de ellas en el momento en que no todos tuvieron la oportunidad de continuar la formación debido al alto nivel de exigencia en los criterios marcados por el programa. Ello supuso una prueba más para todos nosotros...
A continuación, nos abrieron las puertas de la Dirección General, el centro del que todos hablan y del que pocos conocen su trabajo. Llegamos con la precaución de aterrizar con buen pie, allí donde se toman las grandes decisiones que afectan a toda la Organización. Nos encontrábamos frente a ese ‘ente’, en un aula de la planta baja del edificio de la C/ Prado sin ventanas, con ordenadores, sin casi poder mirarnos a los ojos. A cambio, contábamos con un elenco de profesionales comprometidos e implicados con nuestra formación, que nos ofrecieron una visión distinta y completa del conjunto de la ONCE. Poco a poco, junto a las clases y las sesiones de trabajo del ‘Cuaderno de Mejores Prácticas’, que nos servían de apoyo para la preparación del Proyecto Final, las sesiones de coaching empezaron a dar sus frutos: el grupo de individuos que se conocieron el 20 de mayo de 2013 se transformó en UN EQUIPO.
Durante la recta final del curso, otra muestra más de la exigencia del Programa: de nuevo, un compañero se quedó en el camino y tuvo que abandonar el proyecto. Quedábamos siete. Ello nos sirvió para comprender que no podíamos bajar la guardia en ningún momento. Como en el fútbol: los partidos duran 90 minutos, y no 89. Esos últimos minutos los jugamos en el terreno de la Delegación Territorial de Madrid, donde volvimos a contactar con nuestro punto de partida, un centro ONCE. Allí recibimos también un gran apoyo de todo su equipo. Entonces la visión fue distinta, los análisis más profundos; veíamos la aplicación práctica de todo lo que hasta entonces habíamos aprendido.
Como "Equipo Proyecta" sólo nos quedaba disfrutar, y hacer disfrutar a todos los profesionales que compartieron con nosotros la fase práctica, con las presentaciones de nuestros trabajos del ‘Cuaderno de Mejores Prácticas’. Una oportunidad única de mostrar en público el esfuerzo de varios meses de trabajo. Una última jornada de muchos nervios, cargada de emociones que difícilmente olvidaremos...
Llegamos al final del camino. Se han resuelto muchas incógnitas y dudas. Se han abierto nuevos retos, nuevos horizontes. Tenemos el convencimiento de que los afrontaremos con la seguridad de haber mejorado como profesionales pero sobre todo como personas. Sin embargo, aún nos quedaba afrontar otro momento difícil. Por fin, cada uno conocíamos nuestros nuevos destinos, pero -igual que al principio del curso- en nuestros corazones surgían sentimientos encontrados. Se mezclaba la ilusión de un nuevo reto con la tristeza de la separación. De nuevo sentíamos que teníamos que alejarnos de los seres queridos, de esa nueva familia que habíamos encontrado en nuestros compañeros de fatigas y de la tierra que nos había acogido. Pero la fuerte unión y el gran sentido de equipo que habíamos alcanzado suponían un gran respaldo. Sabíamos que ninguno estaría solo en esta nueva aventura. Y, efectivamente, así ha sido. Nos tenemos todos en todo momento. Seguimos siendo un equipo dispuesto a ayudar y apoyar en las dificultades: hoy formamos parte de un equipo más grande que el Proyecta, formamos parte del equipo de profesionales de esta Organización con nombre de número”.