Una Europa de rostro humano
Destacó la comisaria europea de Empleo, Asuntos Sociales, Capacidades y Movilidad Laboral, en su reciente encuentro con los responsables de la ONCE y su Fundación, que el nuestro es “un gran ejemplo del trabajo por las personas”. No podía haber escogido Marianne Thyssen un elogio más satisfactorio para esta entidad nacida de las personas y que, como ha puesto en el frontispicio de su gran apuesta empresarial inclusiva, el grupo ILUNION, se fundamenta precisamente en eso: en personas que trabajan para personas... Decenas de miles de empleos (ocupados por profesionales con discapacidad) se han unido estas últimas décadas a la tarea de integración laboral y social que la ONCE inició hace casi 77 años con quienes padecían ceguera o una grave discapacidad visual. En este trayecto, nuestra Organización se ha reafirmado en el que quizá sea más fundamental de sus pilares, la defensa de la dignidad del ser humano. Y desde el comienzo supo que la primera clave para ejercerla radica en la igualdad de oportunidades, condición sine qua non para poder reivindicar el derecho a la diferencia.
Porque sólo igualando las posibilidades de unos y otros esa misma diversidad puede transformarse en fuente de fructífera riqueza para todos.
Su determinación en estas convicciones y en los hechos prácticos han llevado a la ONCE a materializar realidades de y por la inclusión, como son su Fundación de solidaridad con quienes sufren otros tipos de discapacidad, la que proyecta su esfuerzo en la mejora de las condiciones de vida de las personas ciegas en Iberoamérica o ese ejemplar grupo empresarial, ILUNION, cuya plantilla supera ya los 31.000 empleados, en torno al 32% de los cuales son trabajadores con discapacidad.
Nos congratula que la máxima responsable en esta área de la UE coincida en marcar este objetivo como meta. Ésa a la que ella apeló, “la Europa de las personas”, es por la que nosotros venimos trabajando día a día con la solidaridad de toda la sociedad española. De la mano de su generosa respuesta, requerimos de los poderes públicos -en nuestro país y en Bruselas- las condiciones mínimas que nos permitan aspirar, de forma práctica (a través del empleo inclusivo y de la integración social), al horizonte de una verdadera Europa de rostro humano.