Sistema innato del cerebro que organiza los procesos motivacionales, emocionales y mnésicos del bebé con respecto a sus principales figuras protectoras, motivándole a buscar la proximidad de su madre y a establecer comunicación con otros cuidadores primarios. En el nivel evolutivo más básico, este sistema conductual mejora las oportunidades de supervivencia del bebé; a nivel mental, el apego establece una relación interpersonal que ayuda al cerebro inmaduro a usar las funciones maduras del cerebro de sus progenitores para organizar sus propios procesos. Un apego seguro conlleva toda una serie de transacciones emocionales que implican por parte de los progenitores unas respuestas emocionalmente sensibles a las señales del niño que amplifican sus estados emocionales positivos y modulan los negativos (el miedo, la ansiedad o la tristeza), que le confieren una forma de resiliencia emocional, y es la base segura para el desarrollo de su psiquismo; por el contrario, un apego inseguro es un factor de riesgo significativo en el desarrollo de la psicopatología. Las conductas de apego favorecedoras de la proximidad o el contacto en el bebé son el llanto, la succión, la rotación de la cabeza al contacto con la mejilla, la sonrisa, la mirada y las vocalizaciones.
El establecimiento del vínculo de apego en el niño con ceguera es el proceso mediante el cual el bebé se siente motivado a buscar la proximidad de su madre y a establecer comunicación con ella y otros cuidadores primarios. En el niño con ceguera, la ausencia de mirada dificulta enormemente el apego ya que resulta dificil saber cuál es el nivel óptimo adecuado de estimulación y de proximidad; éste se movería entre dos polos opuestos: pasividad o lejanía, intrusividad o invasión, lo que lleva a que algunas madres se desanimen ante la ausencia de respuesta visual en el bebé y no sean capaces de buscar en su hijo otros indicios para comprenderle, reduciéndose entonces las interacciones y olvidando que ambos podrían encontrarse a través de otras vías perceptivas. La no mirada, interpretada a veces por la madre como no atención o no reconocimiento, puede despertar en ésta una desazón que la lleve a abandonar en mayor o menor medida los intentos de comunicación, debilitando a la postre el vínculo de apego. En otras ocasiones esta incapacidad de interpretar al niño puede provocar una respuesta opuesta: hiperestimulación o comportamiento invasor para buscar la respuesta del bebé. Ambas posiciones provocarán incomunicación y romperán la sintonía imprescindible para el desarrollo del psiquismo infantil y el bienestar de la madre.
En cuanto a la sonrisa, esta conducta es el recurso principal con el que cuenta el niño con discapacidad visual para el apego, resultando inequívoca y satisfactoria para las personas que lo observan y particularmente para la madre. Sin embargo no puede utilizarla como una forma de incitación, ya que en este sentido de reclamo de atención, se requeriría la mediación visual. Es el signo a través del cual la madre del niño ciego puede sentirse reconocida.