Dentro de la metodología de la intervención con personas con sordoceguera, la costumbre o hábito que se adquire al repetir una misma tarea o actividad muchas veces sirve para estructurar su jornada y ritmo de trabajo, y para sistemátizar las actividades diarias. Las rutinas aportan, especialmente a algunas de estas personas, la seguridad y posibilidad de anticipar lo que va a suceder, estructuran su ritmo diario, y se convierten en el soporte para el desarrollo de su interés por las interacciones comunicativas.