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Una historia de éxito

ONCE y su Fundación enarbolan hace años el carácter irrenunciable de la educación y, en su fase culminante, la formación laboral, para permitir al individuo (también, por supuesto, las personas con discapacidad) llegar a desenvolverse económicamente y acceder al pleno desempeño de sus derechos ciudadanos. Con una decidida apuesta en medios materiales y humanos, nuestra entidad cosecha un gratificante resultado que coloca al alumnado con discapacidad visual en índices claramente inferiores a la media en todas las estadísticas sobre fracaso escolar. Aun restando importantes barreras que derribar, ésta es -sin duda- una historia de éxito que acaba de ser refrendada por los responsables educativos de la UE. Una apuesta que emana ya de los pioneros colegios de ciegos que impulsó la ONCE en sus fundacionales años 40 del pasado siglo.

Con ella, la ONCE busca alcanzar la igualdad de oportunidades en el contexto educativo que garantice un futuro digno para todos, con independencia de que puedan tener limitada alguna de sus capacidades. Pero en el proceso de estos últimos tres cuartos de siglo, los expertos (y muchas organizaciones como la nuestra) han sabido evolucionar desde aquella original apuesta por la homogeneidad, basada en disponer recursos para que los escolares con ‘dificultades de aprendizaje’ accedieran a los estándares curriculares. Hoy, el reto es otro: el reconocimiento y la puesta en valor del hecho de la diversidad; característica, en realidad, de la condición humana en su más amplia expresión y que, en sí misma, es un valor que suma para el conjunto y destierra las definiciones de trazo grueso, pasando a observar la función formativa como un proceso de enriquecimiento personal y colectivo (de la comunidad educativa y de la sociedad en su conjunto).

Este planteamiento -que el comisario europeo del ramo acaba de elogiar y calificar de 'modelo' a implantar en toda la UE- es el que ONCE y su Fundación defienden y desde el que están contribuyendo a unas nuevas generaciones de jóvenes con discapacidad (visual o de otro tipo) más preparados, mejor integrados, más capaces y brillantes. Los mismos, por cierto, que comparten estos días con el resto de sus compañeros de aula la búsqueda de sus propios talentos, incentivados por la convocatoria del 32 Concurso Escolar ONCE que acaba de dar su banderazo de salida.

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