Pepe García Castañón: "La mía es la mejor sidra casera"
- En Villaviciosa (Asturias) se medirá con los mejores en el veterano Concurso de Sidra Casera, en agosto
Gusta experimentar con sus manzanas. No es cosa reciente. Asturiano por los cuatro costados, ejerce de anfitrión allí donde se precie. Ha mamado la sidra. Compartir las alegrías es, además, su máxima en la vida, y este verano despliega su buen hacer a partir del líquido elemento en el Concurso de Sidra Casera del Concejo de Villaviciosa (Asturias).
José Ramón García Castañón, conocido por todos como Pepe, cuenta con 64 primaveras, es natural del concejo de Aller-Parroquia de Nembra, ejerció como profesor de Secundaria en un Instituto de Oviedo, enseñando dibujo técnico, y tras superar el mal trago de quedarse ciego, con 46 años, afirma que, en lo básico, esta pérdida no cambió su vida. “Dejé la enseñanza, sí, pero por lo demás seguí haciendo las cosas de siempre: mi huerta, mi sidra, mi gente... Vivo donde vivo y seguimos haciendo lo mismo, con un poquitín más de dificultad pero ya no solamente por la ceguera sino por los años, que empieza la artrosis y ésta provoca que te canses más”, comenta. Y, a renglón seguido, reconoce que “asimilar la ceguera” cuesta un rato aunque, “una vez que la tienes asimilada, lo demás va, digamos, sobre ruedas”, mientras titubea para añadir... “bueno, sobre ruedas frenadas, se entiende” (formato MP3).
Las niñas de sus ojos, Pilar y Lucía, eran unas adolescentes cuando él sufrió su desprendimiento de retina, primero en un ojo, luego en el otro. “Siempre fui miope, de gran miopía. En el año 86 tuve un desprendimiento en el ojo izquierdo, gigante, enorme; se rompió la retina por múltiples sitios y no fueron capaces de sujetarla y la perdí (formato MP3). Lo mismo me pasó en el 97 con el ojo derecho; estuvieron peleando con silicona, tuve un derrame interno y es lo que me dañó la visión... Me quedé con un resto visual decentillo y poco a poco... en la práctica estoy ciego”, relata.
La sidra casera, elaborar su propia sidra a partir de variadas manzanas asturianas, es el arte, el talento que maneja Pepe con mayor maestría. Una afición que es resultado de la tradición familiar. “Desde crío vi hacer sidra en casa; íbamos a por las manzanas a las pomaradas, las lavábamos y los cuatro hermanos ayudábamos. Siempre hacíamos una pequeña fiesta cuando terminábamos de mayar y a la hora de embotellar celebrábamos otra, que se llama las espichas”, explica, y concreta que “por ahí viene mi afición a seguir con la sidra, aparte de que es un producto que me encanta beber, y porque es una bebida social que compartes con más gente, amigos y delante de un buen bocado de empanada, chorizo, queso... y una charla distendida y amena” (formato MP3).
Con esto de los concursos y reuniones, también familiares, se crea un positivo pique para mejorar el resultado del producto final. “Tienen que pasar muchos años para que tengas un perfil de manzana bueno y aún así, con la experiencia, te das cuenta de que hay que seguir intentando mejorar” (formato MP3), considera quien ¡a todas luces! es experto en sidra casera. El pasado le arropa y una veintena de años experimentando son buena garantía.
El dominio de su propio y limpio llagar, imprescindible para hacer una buena sidra, se adaptó a él y a los nuevos tiempos, “antes utilizábamos lo que se llama unos mallos de madera, para pisar, para prensar... lo que se llama mayar la manzana. Y lo suplí por un molino de aspas con unos rodillos de acero inoxidable (formato MP3). También sustituí la prensa por una palanca para apretar o algunas barricas de madera por algo más aséptico...”. Así desgrana con detalle su arte, su pasión, por hacer y compartir esta bebida social allí donde reside, en San Esteban de las Cruces, a poco más de 2 km. de Oviedo, el veterano viajero que siendo un chaval ya se preparó una autocaravana para ‘conocer mundo’, y bien que lo hizo por las Américas. Intacta semilla, lo de viajar fifty-fifty con su mujer e inculcada a sus vástagas, que vuelven a casa por Navidad e incluso le han dedicado un peculiar blog (viajaconmisojos.wordpress.com).
Desde que es ciego mira otros detalles, quizá es más casero, readaptó su huerta, en femenino, que no huerto como se dice por el centro de la Península, con sus pasillos y bancales... Y, con su llagar y su sidra se supera. Connotaciones mil para el mejor resultado. El olor, el sabor... imprescindibles; también el oído juega un espectacular papel: “metes ahí la oreja a ver cuánto tarda en espalmar o cuánto tiempo es el espalme... Y la vista, claro, es importantísima, mucho más que en el vino”, nos detalla pormenorizadamente. Al fin y al cabo conoce el terreno donde pisa. Nos quedamos con su apunte (formato MP3): “la sidra tiene que ser fresca, con aromas a manzana, a manzana-limón, a frutas un poquitín ácidas, que crujan, que se te llene la boca -incluso al final de tragar el culete- de saliva, y tan agradable que te digas me apetece otro culetín”. Y a riesgo de ser atrevidos probamos otra vez, y mejora la calidad... “No es por nada, pero la mía es la mejor, eso está claro” (formato MP3) ¡Puxa Asturies!
Genoveva Benito