Rocío Rueda: "Una persona ciega tiene que tocar"
- Orgullosa de formar parte de la ONCE, premiada por el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid
Con tacto. Aprendió lo matices del sentido más utilizado en su profesión en la Escuela de Fisioterapia de la ONCE en Madrid. Hoy, es profesora titular en este centro que la formó y va camino del doctorado. Este mes de mayo cumple 43 primaveras.
Rocío Rueda gusta declararse jienense, porque en Jaén se crió, aunque nació en el Foro madrileño. Con 20 años, una miopía magna degenerativa provocó su afiliación a la Organización de Ciegos y, tras diplomarse en Enfermería, retornó a la capital del Estado para cursar los estudios universitarios de Fisioterapia. “Lo que a mí me gusta es la atención a la gente, poder ayudarles, cuidar de ellos en sí... Entonces vi -entre las opciones que me ofrecía la ONCE- la de la Escuela ¡y se me iluminaron los ojos!”, declara recordando aquel momento en el que decidió su nuevo rumbo de vida (1,21 MB).
Y hoy, de alguna manera, el reciente premio a la ONCE y su Fundación ‘por la labor que realizan los fisioterapeutas con discapacidad visual y la presencia de la Fisioterapia en sus campañas de comunicación’ (otorgado por el Ilustre Colegio Profesional de Fisioterapeutas madrileño) es también ‘un poco suyo’ y le llena de satisfacción. “Siento orgullo por el trabajo bien hecho por parte de mis compañeros fisioterapeutas ciegos, es un reconocimiento que para mí es muy importante. Siento orgullo por la Escuela, por nuestro papel para hacer posible este reconocimiento, que la Fisioterapia del afiliado a la ONCE esté ampliamente reconocida por el sector. A mí me llena de orgullo haber podido contribuir un poquito a que se haya producido; y, por supuesto, orgullo por la Casa, por la ONCE, por las campañas publicitarias que siempre nos tienen en cuenta y nombran al fisioterapeuta y nos muestran trabajando”, afirma y al hilo comenta (2,26 MB): “hay que enseñarle a la sociedad que una persona ciega está capacitada y preparada para realizar este tipo de actividad laboral, en la que la falta de visión se suple con conocimiento, habilidad y destreza, capacidad y aptitud para que esa persona ciega fisioterapeuta sea perfectamente un profesional que atienda todo tipo de problemas dentro de su campo, de su rama especializada en esta materia”.
Vocacional y constante, Rocío se ganó a pulso una beca de la ONCE para estudiar en su ya veterana y prestigiosa Escuela Universitaria, fundada en 1964 y dependiente de la Universidad Autónoma de Madrid. “Yo soy fisioterapeuta gracias a la ONCE”, señala rotunda. “Me dieron una beca y así pude sostenerme y vivir en Madrid (3,48 MB). Mis padres no tenían opción de pagarme unos estudios fuera de casa. Fui estudiando y aprobaba todo, además de porque me gusta, yo tenía muy claro que, si no cumplía en ese aspecto, me iba para casa pues mis padres no me podían mantener estudiando... Todo eso fue para mí la ONCE, esa ayuda constante, ese permitirme llegar a ser lo que hoy soy”, reconoce con agradecimiento.
Siempre llevó gafas, desde que tiene memoria “con dos años o así”, dice, y rememora todo un proceso de adaptación hacia una progresiva ceguera.“Enfermería no lo saqué fácilmente, me costó bastante con el resto visual que tenía; siempre pidiendo que me echaran una mano mis compañeros, mis profesores... Y las prácticas fueron duras, lo pasaba terriblemente mal porque no veía bien las gráficas médicas en las pantallas. Aunque fui capaz de sacar la carrera, me di cuenta que ejercer de enfermera iba a ser cada vez más complicado para mí”, refiere sin acritud
(1,47 MB).
La inteligencia bien llevada... y las manos hicieron el resto en su elección. Y sin prisa, sin pausa, ponemos oído a una básica lección magistral: “una persona ciega, en nuestra profesión -confiesa-, tiene que utilizar sus manos para notar, para percibir, para ver qué le dicen los tejidos, su estructura. Hay que aprender porque no podemos tirar de vista, porque no la tenemos o no la tenemos bien... Aunque tengas resto visual, muchas veces no te puedes fiar porque te puede llevar a engaño (1,99 MB). Todo, todo, todo -insiste- lo que creas que ‘puede ser’, lo que observes con tu resto visual, compruébalo siempre con tus manos: ¡úsalas!”, aconseja taxativa. “Porque, además, si las uso bien voy a ser capaz de percibir todos los pequeños matices. Si no las uso, si me fío de lo que veo, no voy a desarrollar esa capacidad de saber qué me dicen los tejidos con mi tacto”.
Concentración máxima, formación puntillosa, y preparación para educar el tacto. La vista engaña... en más de un sentido (1,38 MB). ¿Por qué, si no, se dice: comes con los ojos...? “Eso es, en efecto, tal cual. Y si alguien que ve, de un vistazo aprecia que el hombro de un paciente es más alto que el otro, lo ve de una pasada, y quizá no va más allá. Una persona ciega tiene que tocar”, apostilla. Y es que las manos aprenden... y saben hablar.
Genoveva Benito