Cristina Calleja: “Los clientes no se creen que soy ciega”
La joven afiliada es jefa de sala en un pionero restaurante de ‘comida a ciegas’ sevillano
Cristina Calleja (Barcelona, 1992) ha cumplido ya su segundo año como jefa de sala en el restaurante ‘No veas’, de Sevilla, un espacio de experiencias gastronómicas, pionero en su oferta, que permite al cliente disfrutar del sentido del gusto completamente a oscuras. Residente en la también sevillana Utrera desde 2006, a los 17 años se quedó ciega, en un fulgurante proceso de apenas un mes, por un problema hereditario, y ha estudiado en el CRE de Sevilla. Hoy es una joven feliz entregada a la responsabilidad de dirigir un restaurante muy, muy especial.
Cristina reconoce que superar una situación de esa envergadura a esa edad fue, “al principio, muy complicado... Era un adolescente, vivía en Alanís de la Sierra, un pueblo muy pequeño, y no tenía amigas. Pero mis padres me ayudaron a superar esa situación”, nos cuenta (0,75 MB).
Recuerda como “lo más duro” de aquella etapa salir de casa, porque no asimilaba que tenía que coger el bastón y sus padres tenían que acompañarle a todas partes, “porque -confiesa- no me atrevía a salir sola”. Fueron momentos de impotencia, de miedo incluso a salir a la calle con su hermano, entonces con sólo tres años.
Para entonces ya había comenzado a acudir al colegio de la ONCE en Sevilla, en el que entró cuando aún tenía un resto de visión. “A mí la ONCE me ha ayudado con adaptaciones a la hora de estudiar, he tenido un profesor de apoyo para hacer mis asignaturas... Además del deporte: al año, o menos de un año, ya lo pude asimilar porque estuve haciendo atletismo y la verdad es que me ayudó bastante, y el goalball también. A raíz de ahí pensé, o asimilo que me he quedado ciega, o nunca voy a avanzar, así que lo afronté y decidí pedir un perro guía cuando cumplí los 18 para poder ser totalmente independiente (0,39 MB)”.
Y fue también la ONCE, su bolsa de empleo, la que le ayudó a encontrar el puesto de trabajo del que disfruta en ‘No veas’ al encajar perfectamente su perfil en lo que buscaban. Tuvo la ayuda de un Técnico de Rehabilitación y Orientación para acoplarse a la movilidad de su puesto, un trabajo que califica como “un sueño”, pues reconoce que disfruta trabajando como camarera, “me lo paso súper bien”, asegura.
Respecto a la experiencia de los clientes, comer a ciegas en un restaurante totalmente a oscuras, es consciente de que se sienten impactados al pasar de la recepción, iluminada, al pasillo de acceso, en el ya han de moverse a oscuras... “Se ponen un poquito nerviosos porque no ven absolutamente nada, pero una vez que me presento y les voy dando indicaciones y referencias para que la experiencia les resulte más sencilla y divertida, se van relajando y cuando se sientan ya se encuentran mejor, comienzan a orientarse más o menos, a disfrutar de la cena y se les olvida que están comiendo a oscuras. Se dan unos a otros de comer y brindan incluso”.
Cristina asume que ser ciega en ese contexto le otorga un plus añadido, “especialmente a mí -apunta-, que he visto y que ahora me valgo mejor de los sentidos de la orientación y del oído (0,40 MB)”.
Por eso ya se mueve como pez en el agua por el local, recorriéndolo segura y relajada. Además, no ha de cuidar de que se le caiga la bandeja; lleva un carrito para poder atender más rápida y cómodamente. Y reconoce disfrutar sobre todo cuando interactúa con los clientes, que siempre encuentra diferentes.
La cocina y los sentidos
Éstos, por su parte, no dejan de sorprenderse, cuando les explica que es una persona ciega, por cómo se mueve tan rápidamente, les sirve los platos, etc. Algunos hasta se creen que lleva gafas de visión nocturna.
Cristina va interiorizando su profesión e incorporándolo a su mundo interior y al de sus inquietudes. También en lo que respecta a ‘la cocina del futuro’ en un entorno tan cambiante como el que vivimos... “Creo que debería fomentarse más el sabor, porque a veces parece que lo importante es sólo lo visual. Habría que jugar más con los olores, con el paladar (0,25 MB), como hacemos en ‘No veas’, donde son fundamentales el gusto y el olfato. Estamos haciendo algo que no hacen otros restaurantes, que es poner a prueba los sentidos. Eso puede servir de ejemplo en el sector de la hostelería”.
Incluso nos desdeña Cristina la posibilidad del salto a los fogones, aunque reconoce que le tira más el trato directo con la gente, escuchar los comentarios y ayudarles. Pero lo tiene claro: “el hecho de ser ciega no me frena, y a mí la cocina me relaja muchísimo, no me estresa”. Tanto que tiene un canal de YouTube propio en el que cuelga vídeos de cocina. ¿Su clave? “Imaginación a la hora de mezclar los sabores. Mi canal es muy accesible para que las personas ciegas puedan cocinar. Yo busco la adaptación para que todos podamos cocinar o, al menos, intentarlo”, concluye esta confesa amante de la pasta y de la tortilla de patata. ¿Y para seducir en la mesa, Cristina? “Un ambiente tranquilo, agradable, ser cercano con el cliente, escucharlo y -sobre todo- tratar de que salga complacido”.
Luis Gresa