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Navidades millonarias con la ONCE

Un vendedor expende cupones del Sorteo Extraordinario de NavidadFiel al periodo del año que en muy pocas semanas se inicia, la ONCE se adelanta y pone ya en marcha la maquinaria de la fantasía de los sueños y de las ilusiones, que con un poco de suerte pueden convertirse en realidad al ganar alguno de los premios que se pueden conseguir con nuestros productos navideños: El Sorteo de Navidad de la ONCE y el Rasca de Navidad.

Más allá de los ya un tanto tópicos, y cíclicos, conceptos navideños con que repican nuestras conciencias los spots publicitarios que nos anuncian dulces navideños o juguetes que hacen la ilusión de los más pequeños, decir Navidad en nuestro país es, por supuesto, decir premios, millones, fantasías y deseos que todos anhelamos.

La ONCE desempeña, desde hace ya varios años, un papel cada vez más protagonista en ese espectro navideño ligado a ‘los millones’. Lo hizo primero con el Rasca de Navidad y luego lo remachó con el Sorteo de Navidad de la ONCE, que en realidad se celebra el día de Año Nuevo, formando parte de la matinal tan familiar que se configura con la trilogía: Concierto de Año Nuevo en Viena, Sorteo de Navidad de la ONCE, y saltos de Trampolín en Garmisch-Partenkirchen, hitos previos a un  resacoso y reponedor almuerzo, tras una habitualmente agitada noche de Fin de Año.

Estos productos intentan captar la atención de potenciales consumidores de juego, desde el más impaciente, impregnado con las irrefrenables ganas de conocer su devenir y su suerte rascando al momento y con fruición los enigmáticos boletos del Rasca navideño; hasta el más tradicional consumidor de productos de modalidad de Lotería Cupón, siempre dispuesto a esperar un tiempo para conocer su futuro con menos ansiedad. Además, por supuesto, de los clientes interesados en adquirir la doble oferta y doblar sus posibilidades de ser ganador.

Por otro lado, aunque ambos productos concentran en el periodo navideño (y prenavideño) la mayor parte de sus ventas, las estrategias de comercialización son radicalmente distintas. Al punto que el Sorteo de Navidad inicia sus ventas en pleno verano, cuando media España celebra sus fiestas patronales coincidiendo con la Virgen del 15 de agosto, y la otra media se dedica al vacacional dolce far niente. En tanto, el cada vez más popular Rasca de Navidad concentra las ventas en un periodo más exiguo: desde bien entrado octubre hasta los últimos estertores de las tradicionales rebajas de la ‘cuesta de enero’.

Y es que, en España, en materia de Juego, hay gente pa tó, que diría el castizo; quien no quiere un cupón, por Extraordinario que sea, quiere un Rasca, y quien más y quien menos se apunta a los dos, por aquello del ‘por si acaso’ o el ‘no vaya a ser que sea yo quien se quede sin nada’. Sorteo de Navidad y Rasca de Navidad configuran la cara y la cruz de una moneda que, cuando se lanza al aire, contiene siempre muchas oportunidades de premio. Por si fuera poco, en nuestro caso, hay un premio que ‘siempre toca’, que sí o sí es caballo ganador: la solidaridad que se consigue con los recursos generados por las ventas de cualquiera de ambos productos, un paradigma que podemos decir con orgullo que es singular e irrepetible, añadiendo además que la mayoría de las ventas obtenidas, son consecuencia del arduo y cotidiano esfuerzo del conjunto de los vendedores y vendedoras que simbolizan el principal valor de esta Institución octogenaria.