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Llegó la hora de asumir compromisos

Afirmar que las palabras se las lleva el viento es una verdad a medias, que puede en consecuencia esconder una gran mentira. Ya nos previno Gandhi advirtiéndonos de que somos tan dueños de nuestros silencios como esclavos de nuestras palabras. Por eso, cuando nos sumergimos -como en estas semanas en España- en el torbellino dialéctico de una campaña electoral, es muy importante permanecer alertas, deslindar el grano de la paja y situar con firmeza a cada candidato frente al espejo de sus propios argumentos y compromisos. Debemos acostumbrar a nuestros seductores candidatos electorales a asumir que sus promesas quedan grabadas, y no sólo literalmente en los soportes informativos que cubren sus campañas, sino muy especialmente en la mente y en la memoria de las personas y colectivos hacia quienes las dirigen.

En lo que a la discapacidad respecta, el fuego lo acaba de romper en España el candidato socialista y actual presidente, Pedro Sánchez, quien ha recibido en La Moncloa a la delegación (nacional e internacional) posiblemente más numerosa de cuantas han visitado nunca la sede del Gobierno en  representación de este sector que supone aproximadamente el 10% de la población general. El líder socialista hizo suya una reivindicación que así, públicamente expresada, no debería dejar caer en el olvido en el futuro. “La discapacidad no puede ser un límite ni un lastre para nada”, afirmó Sánchez en presencia de la plana mayor de las organizaciones representativas del sector en nuestro país e incluso de la presidenta de la Alianza Internacional de la Discapacidad (IDA), Ana Lucía Arellano.

Pero la campaña no ha hecho otra cosa que arrancar. Todos los candidatos van a volcar su atención en los distintos grupos de referencia social y, por supuesto, en el de las personas con discapacidad. Por nuestra parte, las organizaciones que las representamos estamos obligadas a ejercer una tarea casi notarial: reclamar acciones en positivo que vienen relegándose legislatura tras legislatura; tomar nota y levantar acta de las medidas concretas comprometidas; y, pasado mañana, exigir a los partidos ganadores desde su responsabilidad de gobierno, y tanto a ellos como a la oposición resultante en lo que respecta a su labor legislativa en el próximo cuatrienio, el fiel cumplimiento de las promesas realizadas en campaña. Otra cosa sería despreciar, de entrada, la honestidad y la decencia de quienes se postulan para ejercer la más noble de las responsabilidades públicas: representar la soberanía de todos y todas los ciudadanos del país.