El coronavirus golpea la inclusión laboral que ya estaba en mínimos como denunció Odismet
Inserta-Fundación ONCE acaba de presentar su Informe Odismet 5 (en realidad es el sexto, pues hubo un Informe 0) sobre el estado del mercado de trabajo en España para las personas con discapacidad. Un estudio que arroja un “muy escaso avance respecto al año anterior: somos el 6,3% de la fuerza laboral del país pero en 2019 sólo protagonizamos el 1,6% de las contrataciones", según explica Sabina Lobato
(0,46 MB), directora de Formación y Empleo de Fundación ONCE. Una situación que el Covid-19 ha venido a complicar aún más, pues el informe recoge datos relativos a 2019.
En grandes líneas, Odismet 5 refleja una tasa de empleo para personas con discapacidad que el año pasado quedó fijada en 40 puntos por debajo de la de la población en general (un 25,5% frente al 65,9% del resto), sin moverse prácticamente respecto al ejercicio anterior. Así, ya antes de sentirse el impacto de la crisis sanitaria por la pandemia, más de 1.250.000 personas con discapacidad estaban inactivas laboralmente en nuestro país. Y el salario medio bruto anual de las mujeres con discapacidad era de 17.730, euros frente a los 21.079 que reciben los hombres de este mismo colectivo, una brecha salarial de algo más del 16%. También existe diferencia respecto a las mujeres sin discapacidad que perciben por este concepto 20.606 euros.
“Los contratos -reconoce Lobato (0,34 MB)- han crecido relativamente estos últimos años, pero los salarios siguen un 17% más bajos que para el resto de trabajadores y los centros especiales de empleo (CEE) siguen constituyendo un pilar fundamental en su acceso al mercado de trabajo, pese a la contribución del Grupo Social ONCE en cuyo marco están ocupados el 8,6% de las personas con discapacidad que actualmente trabajan”.
Y por si todo ello fuera poco, ahora hay que afrontar el inmenso impacto de la pandemia sobre la realidad sociolaboral del país, cuyas repercusiones respecto al caso concreto de las personas con discapacidad apuntan “un impacto aún incalculable, pero sin duda enorme, con referentes muy negativos que tememos que se traduzcan en una mayor precariedad”, se teme la representante de Inserta (0,84 MB).
Multiplicar la exigencia
Por todo ello, la representante de Fundación ONCE y su entidad para la formación y el empleo, Inserta, asegura que, de cara al futuro, tenemos que ambicionar un ritmo de crecimiento menos lento que el registrado estos últimos años: “Debemos ser más exigentes con nosotros mismos y con el resto de agentes implicados, tanto instituciones, como empresas, estructuras de formación, etc.”, afirma (0,38 MB). Por eso propone Sabina Lobato que, entre todos, nos repensemos las claves y los ritmos de la inclusión laboral de las personas con discapacidad.
En lo que específicamente respecta a los centros especiales de empleo, reconoce que la pandemia y el consiguiente parón económico están afectándoles directamente. “Creo que lo fundamental en este terreno es mantener los niveles de ayudas públicas... Pensemos que de los CEE depende el acceso al empleo de 80.000 personas con discapacidad en España, una cuarta parte de todos los que tienen un contrato de trabajo en todo el país”, explica Lobato (0,40 MB). Además -avisa también
(0,45 MB)-, estos centros han de garantizar un cumplimiento especialmente escrupuloso de las normas de protección y salud, pues “en muchos casos en ellos trabajan miembros de colectivos con más nivel de vulnerabilidad, lo que también afectará a la sostenibilidad de los propios CEE”.
La respuesta del Grupo Social ONCE
La representante de la entidad traslada la satisfacción de Fundación ONCE e Inserta por la primera respuesta dada ante la violenta escalada de la pandemia. “Hemos mostrado ser una entidad de personas comprometidas, reaccionando de inmediato a la gravedad de la situación, pues ha habido que aplicar un plan de contingencia muy duro, ya que más del 60% de nuestros ingresos vienen de las ventas por juego de la ONCE, ahora congeladas, lo que nos ha obligado a suspender o recortar diversas acciones no prioritarias”, manifiesta a nuestra revista.
En el concreto caso de Inserta, ha acometido una radical transformación poniéndose a trabajar exclusivamente en remoto vía online, sufriendo por tanto el mayor impacto los cursos de formación presencial, aclara Lobato (0,48 MB). Pero la entidad ya piensa en clave de futuro. Ha comenzado por reforzar el empoderamiento de su plantilla proporcionándoles las adecuadas herramientas digitales y marcándose el objetivo de reenfocar la actividad pensando en que la situación pueda prolongarse en el tiempo, “lo que se proyectará sobre las instalaciones, la cartera de servicios, etc,. Pero siempre -insiste
(1,17 MB)- manteniendo la garantía de una formación de calidad y progresivamente útil y específica”.