20.000 IGUALES
La venta de productos de juego social, seguro y responsable de la ONCE constituye el mayor nicho de generación de empleo para personas con discapacidad en España y en el mundo. Y no es un nicho (disculpen el concepto) cualquiera. Se trata de un puesto de trabajo que es mucho más que eso; es un símbolo de inclusión y de ilusión; es una parte de la sociedad querida y valorada; un “fijo” en las calles y plazas de todos los rincones de España; alguien a quien se echa de menos cuando falta (como ocurrió durante la pandemia); una bendita muestra de normalidad y buen hacer cotidiano, con una sonrisa y unos minutos siempre listos para la charla e incluso la confidencia; el referente de una marca, la ONCE, que tiene en sus vendedores y vendedoras, su principal imagen y el punto principal de enlace con la ciudadanía. Y ahora somos 20.000 iguales en las calles.
El vendedor y la vendedora de la ONCE se han ganado por méritos propios formar parte del acervo social, cultural, económico y, si me apuran, hasta paisajístico (al igual que los tradicionales quioscos) de una sociedad con la que han evolucionado en paralelo durante los últimos 85 años. Y, como la ciudadanía, han ido atravesando estas más de ocho décadas poniendo en valor la fortaleza y la capacidad de quienes salen todos los días a la calle a ganarse honradamente su futuro y, además, conocedores de que su labor es ya un bien social, porque son las piezas más importantes de un engranaje de inclusión real de las personas con discapacidad en nuestro país y en el mundo.
Las pequeñas o grandes historias de nuestros vendedores y vendedoras son reflejo de las realidades sociales y personales de mucha gente que ha encontrado en este puesto de trabajo una tabla de salvación económica y, sobre todo, de mejora personal y aspiracional, una razón para pelear una segunda oportunidad de vida, en demasiados casos. A este número de Así Somos se acerca Carolina, una chica que, desde los 16 años trabajaba en hostelería y a quien los avatares de la vida y circunstancias sobrevenidas le generaron una discapacidad física que, muy joven, estuvo a punto de apartarla de su idea de futuro: ahí estaba la ONCE para ofrecerla un empleo con el que, con un poco de esfuerzo y adaptación, está encantada. Es solo una historia, pero es mucho más, representa la realidad de muchas personas con discapacidad, que se ganan así una oportunidad de futuro.
Porque, además, estos vendedores y vendedoras constituyen una red social de proximidad con la ciudadanía sin parangón: confidentes; portadores de mensajes; hacedores de encuentros; puntos de entrega; relatores; confesores; recaderos; psicólogos; animadores; tranquilizadores…centinelas de la ilusión. Porque todo cabe en una figura que, por encima de todo, ejerce un empleo digno, bien remunerado, seguro y reconocido en la calle; porque se ha ganado la confianza día a día, cupón a cupón, sonrisa a sonrisa. Así que ya saben, siempre tendrán un rincón muy cerca de todos y todas con un vendedor o una vendedora de la ONCE dispuestos a desearles “muchas gracias y mucha suerte”. Y ahora, ya son más de 20.000… y creciendo.