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Una ventana de esperanza para la inclusión en la escuela

Vivimos rodeados de normas que marcan nuestro camino, lo que podemos hacer o no, y también aquéllo que se impone como de obligado cumplimiento. También en materia educativa las reglas están fijadas hasta el detalle, pero desde que han desembarcado en nuestras aulas las nuevas tecnologías se observa cierto ‘agujero’ que se agranda en la medida que crece el desarrollo digital y a la velocidad -tan progresiva como inevitable- con que nos tiene acostumbrados a desarrollarse el mundo tecnológico.

Ya en la edición 179 de nuestro boletín quisimos llamar la atención sobre el riesgo de brecha digital que para los estudiantes ciegos o con grave discapacidad visual implica la extensión de las nuevas tecnologías en los currículos formativos. Que pueden ser tanto una herramienta de integración que les ayude a incorporarse plenamente a los contenidos de la escuela inclusiva, como un factor de segregación añadida, si se olvidan las exigencias de accesibilidad que las normas nacionales e internacionales aconsejan, pero que fabricantes y desarrolladores a menudo echan en saco roto si no vienen claramente impuestas por la legislación. 

Por eso, la ONCE valora especialmente la reciente publicación por la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENORAbre Web externa en ventana nueva) de la nueva norma UNE 71362Abre Web externa en ventana nueva. Las normas UNE garantizan y acreditan la calidad -en este caso de los materiales educativos digitales con carácter general- pero, entre otras precisiones, se han preocupado ahora de  incorporar una clara regulación sobre ‘Accesibilidad’; en definitiva, exigir a fabricantes y desarrolladores que los materiales y programas educativos que propongan puedan ser correctamente utilizados por todos los estudiantes, con o sin discapacidad.

Y para garantizarlo, los responsables de AENOR se han sabido rodear de los mejores compañeros de viaje, contando -a lo largo de un periodo de tres años de elaboración- con la activa y continuada participación de técnicos especialistas en educación inclusiva, y concretamente de la ONCE, cuyo conocimiento y experiencia permite a la norma poner el dedo sobre la llaga de aquellos aspectos que más habitualmente complican la usabilidad de los recursos educativos a los alumnos con discapacidad.

Quien pretenda avalar sus propuestas formativas con el sello de calidad AENOR habrá de garantizar los mínimos estándares de accesibilidad que impone la nueva norma, tanto los contenidos digitales propuestos por las grandes compañías como las iniciativas más locales e incluso individuales.

Sin duda, la música de esta UNE 71362 ‘suena muy bien’ a los oídos de nuestros estudiantes con discapacidad; sólo resta que la Ley imponga la correspondiente letra.